Otro de los deportes con enorme arraigo entre nuestros incontables aficionados, no fue otro que el atletismo. En cuanto afloraron los primeros Juegos Deportivos simultáneamente en todo el país, esta gran porción de tierra colombiana pudo comprobar que a pesar de su falta de vinculación nacional en nuestra amada ciudad, estaban en la flor de la juventud un puñado de atletas estudiantiles, que podían darle ‘mapola’ a casi todo el resto del país.
Y es que eran todos ellos atletas estudiantiles, repartidos en los colegios de segunda enseñanza. En un periquete se pudo reunir en el estadio que llamaron los necios ‘Municipal’, cuando el resto de escenarios de todo el país, tenían más madera que en los bosques del Canadá.
La superioridad tan aplastante de los deportistas de nuestro departamento, alarmó de veras al resto igualmente estudiantil de todo nuestro país. Como eso comenzó allá por 1938, Atlántico le dio una tunda de padre y madre a los restantes competidores.
Y no era para menos. Rafael Cotes, un atleta que de haber nacido en Estados Unidos le habría competido a Jesse Owens la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Berlín, para jugar con las exageraciones humorísticas, casi nos dan ganas de decir que podría haber dado de gabela cualquiera de sus dos piernas. Cotes era estudiante de bachillerato, pero a nadie se le ocurrió que podría haber sido inscrito en el Campeonato Nacional de Mayores, en la seguridad que le daba sopa y seco al resto.
¿Y qué decir de la habilidad ‘all around’ de Humberto Perea, el chico que llegó a darle a su Barranquilla del alma la bicoca de 20 medallas de oro, o de lo que se supone aurífero? Campeón en 100 metros cuando Cotes no competía por algún motivo, e igual en 200 metros planos, campeón bolivariano en salto largo con una marca que dejó estupefactos a todos los coachs que ya florecían en nuestros estadios y no se diga de la que impuso en el salto triple en los primeros Juegos Bolivarianos. Esa marca, para asombro general estuvo vigente en Colombia por casi 25 años, hecha por quien aprendió la prueba como autodidacta, pues nunca tuvo profesor. Y más medallas todavía, campeón nacional en 400 metros planos.
Una página que dejó boquiabiertos a todo el público colombiano fue la participación esperada de Atlántico en los Juegos estudiantiles subsiguientes, cuando el departamento del Atlántico llegó a los segundos Juegos estudiantiles con ocho atletas únicamente; se le asignaban entonces un tercero o cuarto lugar ‘alegronamente’, o digamos mejor que tropicalmente, y con ocho atletas, el Atlántico de nuestros amores conquistó el primer lugar de los Juegos.