Envidia de la buena produce tener esa posibilidad de desconectarse y disfrutar el Carnaval durante un largo fin de semana, cuando el resto del país vive momentos de tanta incertidumbre y desasosiego. El Carnaval es mucho más que fiesta porque es la oportunidad de reactivar toda una industria que había florecido y que se había apagado ante el Carnaval virtual. Mucha gente vive de esa creatividad que se ha desarrollado alrededor de esta fiesta en la cual la alegría y el alejamiento con los dramas nacionales siempre la han caracterizado. Una dosis de fiesta sin violencia y ojalá alejada de la batalla política que ojalá logre transmitirse al resto del país. Colombia lo necesita. Y no es solo Barranquilla sino muchos municipios y ciudades de la Región Caribe con menos notoriedad también hacen un paréntesis y se divierten sanamente por cuatro días.

Algo que debe destacarse es que no es una celebración que excluya a algunos sectores. Claro que nunca se ha logrado que la reina del Carnaval salga de los barrios de ingresos altos que siempre han tenido esa posibilidad, pero hay reinas de ese pueblo alegre que aunque no tienen ni las mismas posibilidades ni un protagonismo similar, también reúnen a la gente de los barrios y de los pueblos caribeños que saben del baile como nadie y de ese folclor carnavalesco que caracteriza esta fiesta. Menos ron y más baile es la recomendación que puede caer en el vacío pero que de todas maneras no sobra hacerla.

Que lástima que en medio de esta campaña electoral no haya posibilidad en el resto del país de un paréntesis en que los colombianos se unan alrededor de algo distinto a esta pelea por el poder político. Desafortunadamente estos meses que deberían ser una batalla de ideas hasta ahora no pinta así. Todo el mundo tiene miedo, unos sentimientos que parecen más agresivos en aquellos que han tenido el poder en las últimas décadas y que por alguna razón no quieren perder nada de lo que han tenido hasta ahora. Aún aquellos fuera del debate estamos sufriendo las consecuencias. Nuestras columnas por muy neutras que sean ofenden esos poderes que tienen la sensibilidad a flor de piel. Esto contribuye a un malestar que afecta directamente la democracia porque todo lo que tenga visos de censura va en contra de la libertad de expresión.

Pero por lo pronto diviértanse sanamente y comuniquen al resto del país esa energía que acumularán durante estos días de distensión. Ojalá eso contamine también el debate electoral que necesita un respiro, nuevos aires y una dosis clara de tolerancia, de apertura, de ideas frescas, novedosas que generen esperanza. Porque desafortunadamente el pesimismo se está generalizando de manera peligrosa. Debe recordarse que las expectativas son una variable clave para activar la inversión que dinamiza la economía. Y esas hasta ahora están en el piso. Los ricos se sienten amenazados y por eso planean irse para Miami como si no supieran todo lo que pierden en protagonismo cuando llegan a sumarse a los inmigrantes, poco queridos en todas partes. Y los pobres y marginados temen que su oportunidad de cambio se les diluya. Y las clases medias, confundidas. Frente a esto tan desolador, por favor gocen su carnaval.

@CeciliaLópezM