El cambio climático, uno de los grandes temas que estamos exponiendo en la VII Feria Internacional del Medio Ambiente (FIMA), ha planteado grandes retos al planeta. Esto debido a las transformaciones que el mismo hombre ha impulsado por la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

Desde hace más de 11.000 años la tierra se ha caracterizado por una sorprendente estabilidad climática, donde la humanidad ha encontrado su óptimo para el florecimiento como especie: desde la domesticación del fuego y el descubrimiento de la agricultura, hasta la invención de los computadores. Pero nos estamos empujando hacia una época de enorme incertidumbre, donde lo que hemos construido para vivir en este planeta debe ser replanteado si queremos seguir habitándolo.

Entonces, es claro que el objetivo del Acuerdo de París de evitar que el planeta se caliente a más de 1.5 °C no es menor, sino profundamente trascendental para todos nosotros. Las dificultades diarias y del corto plazo no permiten ver la trascendencia del problema, pero tarde o temprano todo lo que sucede a escala global tiene un impacto local, bien sea como fenómenos climáticos extremos que generan desastres, o como cambios silenciosos, progresivos y absolutos que modifican nuestras realidades productivas y de calidad de vida, sin que podamos volver a lo que considerábamos seguro.

Centrar esta discusión en acciones que perpetúen activos o inversiones para asegurar en el corto plazo la sostenibilidad de algún tipo específico de actividad productiva es uno de los principales retos para los próximos años. La prioridad debe ser avanzar con ambición climática para reconfigurar y aumentar la competitividad, al tiempo que se construye una sólida senda de crecimiento económico bajo en carbono, que sustente un bienestar humano integral con menores riesgos por cambio climático.

Desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, junto con los territorios y los sectores, lideramos una agenda de ambición climática enmarcada en nuestra estrategia de largo plazo E2050, que prioriza en sus nueve apuestas los temas clave donde se deben concentrar las acciones nacionales para impulsar los cambios hacia una sociedad y una economía carbono-neutrales.

El desarrollo de esta visión de largo plazo se empieza a materializar a través del Plan de Implementación de la Contribución Nacionalmente Determinada (NDC), que recoge de manera explícita las acciones que nos permitirán reducir nuestras emisiones de GEI en 51 % al 2030, respecto del escenario de referencia. Además, se suman a este camino de construcción, los Planes Integrales de Gestión de Cambio Climático Sectoriales y Territoriales, los Planes de Ordenamiento Territorial, la estrategia de lucha contra la deforestación, entre otros instrumentos. Y, quizá lo más importante, el impulso de una Ley de Acción Climática para elevar estas ambiciones a rango legal.

En la COP26 de cambio climático, a realizarse del 31 de octubre al 12 de noviembre en Reino Unido, le mostraremos al mundo nuestro compromiso con la solución de este problema y las principales acciones que desarrollamos para transformar positivamente las realidades. Colombia asiste a esta cita para aportar, para que estas negociaciones fluyan y entreguen los frutos que como sociedad global demandamos con urgencia.

* Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible.