Tras un año complicado para las ventas del comercio como lo fue el 2023 y que solo tuvo un respiro con la temporada de Navidad y Año Nuevo, la expectativa del sector comercial en la capital del Atlántico y en los municipios del departamento es terminar de redondear una buena temporada con el Carnaval de Barranquilla.

Los elementos propios de la fiesta se convierten en los artículos más vendidos por esta época, por lo que hay entusiasmo entre los comerciantes formales e informales, pues, contrario a lo que ellos mismos imaginaban por la cercanía con la temporada navideña, la gente está llegando a sus puestos y locales a comprar disfraces, accesorios y todo para la pinta carnavalera para disfrutar de los eventos previos y de los cuatro días más esperados del año por los carnavaleros y los turistas que se preparan para llegar a la ciudad.

Las cifras de la Alcaldía de Barranquilla evidencian que el año pasado el Carnaval de Barranquilla trajo a la ciudad 668.691 turistas nacionales y extranjeros, que gastaron un 58 por ciento más de lo que lo hicieron en la fiesta de 2022, cuando apenas comenzaba a recuperarse a plenitud la carnestolenda, después de la pandemia de covid-19.

En 2023 la ocupación hotelera de la ciudad fue del 98 por ciento el viernes previo al Carnaval, en tanto que el sábado de Batalla de Flores la ocupación llegó al 99 por ciento. El promedio de ocupación hotelera durante los cuatro días fue del 83 por ciento. Cifras alentadoras que encienden el entusiasmo de todos aquellos que derivan sus ingresos todo el año, o particularmente en la fiesta, de todo lo relacionado con la industria del turismo.

Como no ilusionarse y como no celebrar que se acerque la hora de que comience la fiesta del Dios Momo si representa para Barranquilla toda una oportunidad de generación de empleo e ingresos para miles de personas asociadas a la industria creativa y cultural que ha desarrollado esta capital en torno a su mayor patrimonio y activo, como lo es su carnaval. Eso incluye diseñadores, modistas, maquilladores, músicos, coreógrafos, bailarines, toda una legión de personas que se suman a los equipos de producción de eventos y conciertos que se multiplican para esta temporada.

Cada turista que llegó el año pasado –de acuerdo con el informe de la Secretaría de Desarrollo Económico del Distrito– gastó cerca de $2.800.000 en el caso de los extranjeros y $1.950.000 los nacionales. Toda una derrama económica que beneficia a taxistas, restaurantes, comercio, hoteles y todos los sectores económicos en general.

Eso es el Carnaval de Barranquilla. Una fiesta de gran magnitud que se constituye en un importante motor de desarrollo económico para sus habitantes. Por eso la ilusión expresada por los comerciantes a EL HERALDO, que habló con ellos sobre lo que esperan para esta temporada festiva que arrancó en firme el 20 de enero con la Lectura del Bando y que se extenderá hasta el próximo martes 13 de febrero con el entierro de Joselito.

Mucha gente se pregunta, desde afuera, por qué los barranquilleros piensan todo el año o pasan todo el año en función del Carnaval. En estas líneas esbozadas en esta editorial está buena parte de la respuesta.

Por ello es importante que cada vez sea mejor y más planificado, que las autoridades y el sector privado continúen trabajando en equipo trazando estrategias para sostener una celebración que no solo significa baile, rumba y folclor, sino que es una fuente inacabable de ingresos y empleos para la gente de Barranquilla y el Atlántico.

La ciudad está lista para recibir a los miles de visitantes que pronto tomarán un avión, un bus o su vehículo particular para venir a ella a disfrutar del Carnaval, así que es deber de todos los que viven en esta esquina privilegiada aportar su grano de arena para que nuestra industria cultural sea cada vez más atractiva y apetecida para los turistas.

Comenzó la cuenta regresiva para que uno de los principales motores económicos de Barranquilla se encienda con todas sus fuerzas.