Se celebra hoy en muchos países el Día de las Madres, una fecha con un alto significado social e impacto económico por cuanto mueve las fibras afectivas en el interior de las familias y, al mismo tiempo, estimula el comercio. Según Fenalco, es esta la segunda temporada comercial más importante del año en Colombia, después de Navidad.
No sorprende: desde tiempos inmemoriales, una de las formas que tienen los humanos de expresar sus sentimientos es mediante obsequios. Esa tradición se acentúa de modo especial en un día como hoy en que el protagonista es el ser que, por razones culturales –no exentas de debates de tipo sociológico–, ocupa el lugar central en el entramado afectivo y emocional de la familia: la madre.
El retrato de la madre ha sufrido una gran transformación en el mundo, a la cual Barranquilla no ha sido ajena. De acuerdo con las estadísticas del DANE, el segmento más amplio de mujeres que engendraron el año pasado hijos ha cursado o cursa estudios superiores y trabaja. Sin duda, una de la singularidades de nuestro país y nuestra ciudad es el elevado número de madres cabeza de hogar, muchas de la cuales pasan auténticas penurias para ganar el sustento y atender a su hijos.
Aunque se han producido algunos avances en materia de apoyo a la maternidad, es aún muy largo el trecho que nuestro país debe recorrer para equipararnos a las sociedades más avanzadas en esta materia.
Uno de los asuntos más cruciales que deben ser atendidos con urgencia es el de los embarazos de adolescentes, que en la Región Caribe superan de lejos la media nacional y constituyen un serio problema social. Al respecto, el Estado debe redoblar los esfuerzos pedagógicos en sexualidad juvenil y, a la par, diseñar políticas para que las madres prematuras no vean sus futuro truncado.
Ser madre no es un trabajo fácil, sobre todo en sociedades donde aún funcionan los modelos de organización patriarcal. Salvo admirables ejemplos de hogares donde las tareas domésticas son compartidas, lo habitual es que la madre trabajadora sea quien se ocupe de la crianza de los hijos y la gestión del hogar. La vieja y olorosa a naftalina frase de “mi mujer es la que manda en mi casa”, más que constatar un supuesto poder femenino, lo que refleja es el arduo, abnegado y en muchas ocasiones sacrificado papel de las madres.
En un día como hoy, deseamos que la sociedad evolucione de tal modo que todas las mujeres que decidan ser madres puedan desarrollar su apuesta vital con alegría y plenitud. Y que esta fiesta no sea una mera explosión pasajera de gratitud, sino un reconocimiento profundo hacia la importancia de la maternidad.