Vivimos momentos tensos en materia social y política hoy en el país. El reto frente a nuestra democracia, es lograr elegir el domingo 29 de mayo al nuevo Presidente de los colombianos y que se ajuste a los tiempos de crisis, y que brinde tranquilidad al futuro de la patria.

El corazón de una sana democracia está basado en la pureza de la política de sus gobernantes. Quizás desde el siglo pasado, sino antes, la clase política en gran medida en el mundo entero ha mostrado unas debilidades y deshonra en el ejercicio de la misma, que denotan la decadencia, impureza y como consecuencia el desprestigio de “La clase política en general”. No en vano, el filosofo, matemático y escritor británico Bertrand Russell afirmó: “Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer lo posible imposible.”

Nuestro país se merece algún día una política sana y bien llevada, es la única forma de profetizar, entregando verdadero ejemplo de decencia y pulcritud. Un obstáculo grande ha sido la incomprensible ambición de gobernantes, funcionarios, líderes y demás, en todos los órdenes que históricamente la han utilizado para su beneficio personal y acompañados de actos de corrupción. Se han burlado en la mayoría de los casos de la inocencia de millones de colombianos que históricamente han creído en sus promesas, en la esperanza de colombianos de bien.

Escándalos como el sucedido con el reciente proceso electoral no son de ahora, recordemos a Luis Carlos Galán en una sesión de Congreso cuando afirmó: “La violencia política, que es la que conectan las sesiones en el Senado, está directamente vinculada con la claridad, la transparencia la autenticidad y la veracidad del sistema electoral, de lo contrario, la democracia no puede avanzar, de lo contrario la democracia es una ficción, es un artificio y nadie tiene porque sorprenderse”.

A la juventud hay que enviarle un mensaje de esperanza, a pesar de ése cáncer que históricamente se ha apoderado de Colombia frente a la práctica de la política en gran medida tramposa, amañada, perforada, contaminada, lucrativa sin límites y que destruye. Hay que decirle a las nuevas generaciones que existen formas dignas de la política en donde la honestidad y los intereses del bien común están por encima de cualquier artimaña o ego usurpador digno de escándalo y censura.

No es justo que hoy en día en nuestro país hasta las familias se destruyan por dentro, debido a confrontaciones por el color político, ¿en dónde queda la libertad de pensamiento y el respeto a las diferencias?
Max Weber considerado uno de los padres de la sociología moderna, lo resume así: “Hay dos formas de convertir la política en una profesión. O vives para la política o de la política.”

Siempre se ha definido la política como un arte, una doctrina, una práctica para lograr decisiones conjuntas en beneficio de todos. Lastimosamente en la gran mayoría de los casos, se ha utilizado de manera vergonzosa, para poner en peligro nuestra estabilidad, degradar los principios de construcción de sociedad, llevándola a la incertidumbre y al fatídico futuro sin luz.