Estados Unidos se enfrenta este año a la elección más desafiante de su historia reciente y preocupante en cuanto a la estabilidad de su democracia. Todo parece indicar que Donald J. Trump será el candidato de los republicanos, el personaje que pasó de parecer una broma política a una de las personas con mayor poder sobre el partido Republicano. Se enfrentará en esta ocasión a Joe Biden, un presidente al que políticamente le están pesando sus 81 años y que no logra transmitir con vigorosidad un mensaje político central, como lo es que de su candidatura depende el futuro de la democracia estadounidense y de sus valores como sociedad.
Trump encabeza la mayoría de las encuestas en este momento y parece que solo la justicia podría detener su regreso a la Casa Blanca. A pesar de tener 91 acusaciones en su contra, que van desde su incidencia en el Asalto al Capitolio hasta disfrazar documentos financieros para ocultar el pago que le hizo a través de su abogado a una actriz porno, sus niveles de popularidad siguen siendo altos. Su poder dentro del partido republicano se ha consolidado al punto en que logró que en los pasados días los congresistas de su partido no aprobaran un proyecto de ley sobre un tema en el que ellos mismos han insistido, como es el fortalecimiento de los controles en la frontera con México. Tal vez, la única esperanza que les queda a los estadounidenses más moderados es que la justicia lo condene por alguna de las múltiples investigaciones penales que tiene. Conforme a las encuestas, que ya no son de confiar, el 15% de quienes votarían por Trump dejarían de hacerlo si existe una condena en su contra.
Ahora, desde la perspectiva de Biden, tal como lo dijo el estratega Simon Rosenberg, la estrategia de su campaña se deberá centrar en que los demócratas se tienen que unir para salvaguardar su país y demostrar que los republicanos, que han apoyado masivamente a Trump, representan un riesgo para su democracia. No es una tarea nada fácil, pues si bien la economía de Estados Unidos es la que está teniendo mejor desempeño a nivel global – superando también a China-, y se ha controlado la inflación, los precios de la comida y la gasolina todavía siguen siendo altos.
En estas elecciones no solo está en juego el futuro de Estados Unidos y de millones de migrantes que han sido sistemáticamente discriminados por los discursos de Trump, sino también el orden global en el que los niveles de tensión son muy similares a los que hubo antes de la Segunda Guerra Mundial. El discurso aislacionista de Trump y su eventual llegada a la presidencia pondría en riesgo el apoyo de Estados Unidos a Ucrania y tendría un efecto aún más devastador sobre la guerra en Gaza.
@tatidangond