Entre una mal manejada crisis ministerial, un rifirrafe con los medios de control y una serie de reformas que reciben más críticas que apoyo, el gobierno de Colombia necesita organizarse, planificar con cordura sus siguientes pasos y cohesionar a su propio gabinete. En un país con tantos problemas que deberían centrar la atención de la agenda nacional, el foco se ha volcado hacia los mensajes frenéticos que comparte el presidente a través de X (anteriormente Twitter). Hay un grave problema de comunicación, no solo de cara a la ciudadanía sino a nivel interno del gobierno. Mientras los medios anunciaban una crisis ministerial que fue confirmada por algunos ministros, el presidente salía a desmentir tal hecho como si hubiera sido un invento de los medios, cuando fue su propio equipo el que filtró la noticia.
Ahora, aunque se lograra superar esa crisis de comunicación interna o externa, el problema central está en la falta de un liderazgo centrado que le permita avanzar al país en la ejecución de proyectos públicos que se han quedado en veremos ante la ausencia de un líder que sepa dirigir y que comparta responsabilidades con su gabinete, pero sobre todo que tenga claro a dónde quiere llegar. El presidente todos los días se involucra en una nueva discusión y en una nueva pelea, que no tendría que dar él si tuviera un equipo cohesionado y si tuviera claro un principio esencial del liderazgo como es la priorización. El desgaste político y emocional que está sufriendo el país, sin hablar, además, de lo que esto le está costando a la economía, conlleva una responsabilidad política que es eludible con discursos de plaza pública o con mensajes mal enfocados en las redes sociales.
El presidente tenía todo lo necesario para tener un buen gobierno, contaba con un elemento esencial que pocos presidentes han tenido, como lo era el apoyo popular, el cual ha ido perdiendo ante la falta de resultados, las crisis y la forma errática en la que las ha administrado. ¿Qué quiere y qué espera Colombia? Saber que quien toma las decisiones es el presidente, entender qué está pasando a nivel interno de su gobierno y qué medidas va a adoptar para salir de tal nivel de desorden o desgobierno. Mejor dicho, el país ha perdido progresivamente el entusiasmo por el cambio y esto, aunque el presidente no lo quiera asumir, no ha sido responsabilidad de los medios sino de su propia administración.
¿Hay tiempo para enderezar el camino? Tal vez, pero primero hay que hacer un llamado a la calma, un llamado que debe empezar desde el gobierno, desde la información que comparte y del enfoque que quiere darle. Me uno al llamado que hace Humberto de La Calle de decretar tres días de silencio para tranquilizarnos. Cuando se trata del gobierno, a veces es mejor el silencio que las comunicaciones desenfrenadas.
@tatidangond