El martes tres de noviembre el mundo entero va a estar pendiente de las elecciones en Estados Unidos. Será una fecha que puede enderezar el rumbo de la nación norteamericana. Recuerdo que en las elecciones pasadas, hace cuatro años, me vi todo el conteo de votos por CNN, siempre con la seguridad de que ganaría Hillary Clinton. Terminé completamente defraudada por la noche. Era devastador ver cómo los estados empezaban a ponerse en rojo, color de los republicanos, señal de que Trump era el ganador.
¿Por qué me importan tanto estas elecciones, si no vivo en Estados Unidos ni soy ciudadana americana? Porque tener a Trump como líder de la superpotencia y de la economía más grande del mundo ha sido un paso atrás para los habitantes de este maravilloso planeta. Desde mi perspectiva, y como ciudadana del mundo, siento con mucha fuerza que a nivel sociocultural hemos retrocedido, que estamos más polarizados y somos más intolerantes que nunca. Parece la conjura de los necios.
La gestión de Trump empeoró progresivamente. La manera como manejó el Covid en su país ha dejado mucho que desear. Al principio, aseguraba que tenía todo bajo control, luego les recomendaba a los ciudadanos inyectarse clorox, y llegó a decir que no creía en el virus. Pero resulta que cerca de 220 mil personas han fallecido en su país. Tan vergonzoso como cuando afirma que no cree en el calentamiento global, uno de los retos más colosales que enfrenta la humanidad.
No me cabe duda de que él no se merece el cargo de presidente. Lo que hace es irrespetarlo con sus mentiras, ilegalidades y maltrato a los demás. No tiene lo que se espera de un líder. Según mi opinión, es crucial poseer empatía y sentir una conexión con los ciudadanos que representa. El líder tiene el deber de comunicarse de forma que inspire confianza a sus seguidores para que sientan seguridad y tranquilidad. Debe estar abierto al debate, tener humildad. Al fin de cuentas, uno vota por alguien que sepa tomar decisiones difíciles en beneficio de los demás, sin anteponer el bien personal, como se ha visto tristemente durante su presidencia.
Además, el problema no es entre republicanos y demócratas. Creo que ambos partidos tienen políticas importantes para el país. Si por mí fuera, me inclinaría por los demócratas, sin dejar de respetar y admirar a presidentes como Abraham Lincoln y Ronald Reagan, que fueron republicanos. De hecho, lo que está haciendo el actual mandatario es manchar la reputación de su partido.
David Letterman, reconocido presentador americano de televisión, siempre dice: “Trump no me representa como ciudadano”. A mí no me representa como persona. Sus valores significan un retroceso. Lo que queremos es lo contrario, trabajar juntos para crear un mundo tolerante, donde nuestros hijos tengan oportunidades, sin importar raza o género. Que nos ayudemos y respetemos mutuamente. Que seamos inclusivos. Nos hemos demorado mucho en ver la realidad de manera más crítica, pero lo cierto es que Trump no merece repetir la presidencia de la nación norteamericana.