Hace unos cinco años y unos meses, escribí una columna en la que dije que el mundo necesitaba de menos ‘Kim Kardashians’ para poder volver ‘al camino correcto’. Recuerdo haber escrito lo que mal pensaba de ella y de toda su familia, recuerdo haberla puesto de ejemplo para demostrar lo que estaba ‘mal con la sociedad’, y recuerdo que consideraba que el mundo se había vuelto loco al creer que ella debía ser una de las personas más seguidas en el Planeta Tierra.

La realidad es que para ese entonces, no entendía en lo absoluto por qué tanta gente las veía a ella y a sus hermanas como unos ‘faros de sabiduría’, pues según la manera cómo las mostraban los medios de comunicación en aquellos tiempos, estas mujeres ‘no hacían nada’ y, por ende, no se ‘merecían’ nada.

Me cuesta aceptarlo, pero es cierto. Mis argumentos estaban basados en una absoluta ignorancia. Creía genuinamente que Kimberly Kardashian no era nada más que una mujer vacía, y consideraba que era lo opuesto a lo que yo sentía que debía ser un ejemplo de mujer ‘empoderada’. Sí, así de alto era el caballo moral sobre el que estaba montada, y así de pequeña y limitada era mi manera de ver el mundo.

Hoy en día pienso todo lo contrario, y reconozco que me estoy tragando mis erradas palabras, pues con los años, cada una de estas mujeres le han sabido demostrar al mundo, que no hay nada más riesgoso que el acto de subestimar a una mujer fuerte.

Las Kardashians, y sus medias hermanas Kylie y Kendall Jenner, solo necesitaron un poco menos de una década (y mucha, muchísima sobrexposición de sus vidas) para conquistar el ‘mundo’, y para entender, mucho más temprano que otros, cómo es que funciona, cómo es que piensa, y para dónde va en el futuro.

Dónde alguna vez vi a una mujer vacía, hoy por hoy veo a una mujer inteligente que tiene ambiciones, que asume sus errores, que siente que nada le queda grande, que sabe cómo y cuándo vender, y que ha contribuido enormemente a la manera de pensar de toda una generación.

Y sí, ellas transformaron para bien o para mal los estándares de belleza (pues si bien es cierto que le devolvieron el ‘trono’ a las curvas, también lo es que han sido las responsables de darle demasiada importancia a las cirugías plásticas y a la edición de fotos), pero también demostraron con su éxito que las mujeres podemos llegar tan alto o más alto que cualquier hombre en el mundo.

Las Kardashians hicieron mucho más que un ‘reality’, y volvieron realidad el temor de los puristas de la tradición: crearon un imperio que pareciera no tener límite, y lograron convertir en oro, cada cosa que tocan.

Y todo esto sucedió mientras todos creíamos que ellas no hacían ‘nada’...