Definitivamente, la ciudad de la alegría, con su gente, con esa mezcla de culturas: criolla, inmigrantes de todas las latitudes. ¡Derroche de alegría! Que Dios bendiga a Barranquilla y a su gente. ¡Que sea eterna la alegría, la hospitalidad y la amabilidad! Que El Carnaval dure por años.
Son expertos en echar carreta barata, reciclar estudios trasnochados y muy creativos para inventar convenios de cooperación para tumbarse los recursos de las regalías que le asignan a los municipios más afectados por la violencia, pobreza, economías ilícitas y debilidad institucional en zonas rurales apartadas del país.
El aumento masivo de personas, la posibilidad de un contacto más cercano, la llegada de personas con otras enfermedades de otros lugares, y la desinhibición, con el consumo de alcohol, y otras drogas, lleva al olvido temporal del cumplimiento de costumbres, reglas y controles, que en otros momentos son tenidas en cuenta, pero, en fechas como el carnaval, desaparecen en un alto porcentaje.
No es la primera vez que el cine y la literatura exploran este fascinante tema, en especial por las contradicciones inherentes entre lo que se predica y lo que realmente sucede: mientras se aboga por la igualdad de los seres humanos ante los ojos del creador, la institución se ve envuelta en riquezas, jerarquías y rigurosos códigos de conducta que, en muchos casos, ni sus propios miembros logran cumplir.