Ahí descubrí las riquezas de los colores y la alegría de los personajes en las piezas cocidas en barro provenientes del interior de nuestro país. En esa tradicional kermesse ambientada en medio a un parqueadero polvoriento, solían darse cita artesanos de todo el país que no sólo comercializaban figuras religiosas, sino aquellas que representan la cotidianidad de nuestros pueblos; las plazas de toros, la señora de la panadería, el ebanista, en fin, lo que buscaba para implementar en el pesebre.
Desconozco si este año, otras ferias artesanales hayan tenido lugar o poca acogida entre la población. Si así fuese, ¿Será que es el producto de un inusual clima decembrino contaminado por el temor generado por la dispersión de la Pandemia? Si juzgo con base en los videos viralizados en las redes, donde el centro de Barranquilla parece un verdadero enjambre de compradores, deduzco que las compras navideñas han desplazado la atención del verdadero sentido de este período tan particular.
Pero retomando el arte pesebrista, lo que cuenta en los nacimientos es precisamente esa maravillosa representación de una aldea o comunidad que simboliza la esperanza y la convivencia armónica de la cual tenemos necesidad. Nunca como antes, la celebración del período natalicio había sacado a la luz el imperativo de festejar bajo determinadas condiciones y reglas, pero unidos bajo los ideales de una esperanzadora sobrevivencia que no escapa a las representaciones de los artesanos pesebreros en Italia, país donde en el 1223, San Francisco de Asís instauró la primera natividad en la aldea de Greccio.
La construcción de figuras de arcilla o barro es una tradición en toda la península. La ciudad de Nápoles posee uno de los centros artesanales más importantes en el tradicional barrio de San Gregorio donde maestros figuristas elaboran piezas de terracota de hasta 40cms. Este 2020 no podrán recibir compradores en sus talleres, por lo que a través de las ventas on line ofrecen figurillas cuyos protagonistas, a parte de Maradona, son los médicos, enfermeras y personal sanitario que ha luchado contra la Covid. La ciudad a los pies del Volcán Vesubio ha sido una de las más golpeadas durante esta segunda oleada .
No es un misterio que así como los pesebristas napolitanos han tenido que renunciar a sus ventas presenciales, la Navidad alrededor del planeta diste mucho de lo tradicional, aunque anhelemos resurgir y volver a vivir como antes. Bien sea que falte alguien de nuestro entorno, amistades, parientes o familiares a raíz de la enfermedad, sabemos que si nos vacunamos con esperanza para continuar, en lugar de dejarnos invadir por el fatalismo tendremos mucho camino por recorrer. Sin dejar a un lado que la celebración es un compromiso personal y comunitario, en lugar de una fiesta hiperbólica con banquetes y muchos comensales por invitar.
Por primera vez mi celebración de la fiesta en Italia tendrá un común denominador con la de Barranquilla: el toque de queda, ese mismo que los italianos están viviendo desde hace más de un mes a partir de las 10:00 p.m hasta las 5:00 a.m y que no cesará hasta el 6 de enero hasta que se verifique un descenso significativo. Tampoco habrá muñecos por quemar en las plazas ni se podrá salir a la calle el 24 por la noche, el 25 todo el día y el 31 mucho menos, pero es que ¡no es el momento de rendirse! las cifras son alarmantes y aunque el índice de RT o índice de reproducción del virus haya bajado hasta un indicador de 0,8, la situación no amerita descuidos. En Italia festejaremos en núcleos pequeños, sólo los estrictos miembros de la familia, como si la sencillez de Jesús, María y José fuese el faro que debemos seguir. Al final de cuentas, sin proponernos en el Pesebre estamos todos representados!
Felices fiestas.