La desconfianza ante las vacunas no es un tema nuevo. Desde la aparición de la vacunación generalizada, siempre ha habido personas en contra de vacunarse.

La actitud negativa hacia la vacuna hace que las comunidades sean más susceptibles a enfermedades ya controladas y prevenibles, como el sarampión, la poliomielitis, la rubéola, que han contribuido a generar nuevos brotes en distintas poblaciones no vacunadas.

Con la crisis suscitada por el covid-19 la desconfianza hacia la vacunación cobró especial relevancia, debido a la necesidad de lograr inmunidad de rebaño.

El movimiento antivacuna se ha convertido en un tema de especial preocupación en todo el mundo; ha llevado a instituciones como la Organización Mundial de la Salud a identificar la desconfianza hacia las vacunas como una de las 10 principales amenazas para la salud pública.

Hay estudios que pretenden encontrar una explicación de por qué tantas personas en el mundo sienten desconfianza hacia las vacunas. Sus respuestas son múltiples, y van desde razones religiosas, creencias personales, preocupaciones por su seguridad o la necesidad de obtener mejor información.

Si usted revisa por internet, verá que está llena de teorías conspirativas antivacunas que son explicaciones no oficiales, muchas inverosímiles, que asumen que las vacunas son mecanismos de control del poder con fines malévolos. Muchas personas que tienen desconfianza hacia las instituciones son fácilmente susceptibles de creer estas teorías conspirativas.

También se ha estudiado la influencia que pueden ejercer líderes políticos y religiosos para que la gente deje de vacunarse. Los casos más connotados son el del expresidente de los Estados Unidos Donald Trump con su actitud negacionista al inicio de la pandemia; y el del presidente de Brasil Jair Bolsonaro, que resultó ser el líder mundial de la antivacuna, hasta el punto de que hoy tiene una acusación en su país por la responsabilidad que le compete debido al alto número de fallecidos.

Algunos países han tomado decisiones como negarles a los no vacunados el derecho de asistir a lugares públicos, incluso a su trabajo. Esto implica un dilema moral porque les están restringiendo su libertad. Pero también es una realidad que las personas no vacunadas representan un riesgo para ellas mismas, y ponen en peligro a otras personas.

La Universidad del Norte de Barranquilla, en asocio con la Universidad Nacional y Purdue University de Estados Unidos, iniciará un estudio en “Predictores psicosociales de desconfianza hacia las vacunas en diferentes contextos culturales”. Esta investigación estudiará qué factores comunes y diferenciales existen ante la indecisión de vacunarse en Estados Unidos y Colombia y el riesgo que esto implica para la salud pública. Estos estudios son importantes porque permiten elaborar programas que ayuden a las personas a tomar la decisión favorable a vacunarse. No es suficiente el prohibicionismo, tenemos que ayudar a las personas que por distintos motivos rechazan la vacunación.