Las personas que aprecian el valor de educar se fijan en la calidad de la institución donde estudian ellos o sus hijos. Pero hay excepciones graves cuando se busca solo tener un título universitario no importando quién lo otorga, como si fuera un mercado persa, perdonen la expresión.
Con la anunciada reforma a la ley 30 de la educación superior se han publicado comentarios de expertos que señalan: “la calidad en la reforma es inexistente”; “no genera cambios importantes”. La lluvia de opiniones es necesaria para llamar la atención de la opinión sobre los vacíos del proyecto y la del Congreso para que haga el debate de fondo que responda a la cuestión del financiamiento de la educación, sin esquivar el tema de reformar con fines académicos.
El objetivo es que las instituciones eduquen con calidad a los estudiantes. Se repite el término “calidad”, pero temo que el público en general no está ilustrado sobre los elementos que la caracterizan. Los expertos educadores que examinan a cada institución para reconocerles que cumplen con los criterios de calidad para su acreditación por el Ministerio, tienen la “cartilla” de los criterios que deben tenerse en cuenta al momento de hacer la visita de acreditación a cada entidad.
Ahora, sin pretensiones de sentar cátedra sobre esos criterios, me parece que, con base en mi experiencia de años en la educación superior, puedo dar una síntesis de esas características. Primero: cuenta el prestigio de una institución que es un valor que el evaluador debe indagar. Segundo: el nivel académico de preparación del profesorado. El ideal es que los profesores tengan el título de Doctor, o al menos el de Máster, en un campo del saber. Tercero: la pedagogía. Se pueden tener muchos títulos, pero si el profesor no sabe transmitir sus conocimientos con metodología, está en el sitio equivocado. Cuarto: las bibliotecas muy bien dotadas son requisito insoslayable. Con las tecnologías modernas de acceso a los conocimientos, no son suficientes los libros impresos; se deben ofrecer libros electrónicos, computadores para consulta de datos, revistas especializadas y publicaciones internacionales. Quinto: en las carreras más técnicas, sin excluir por ello a las humanísticas, los laboratorios con equipos avanzados, incluidos robóticos, son indispensables. Sexto: el rendimiento de los estudiantes es la prueba de que la educación transforma para lo mejor. Séptimo: la honestidad intelectual y la ética de directivos y comunidad docente son requisito clave, fundamento de los anteriores. El espacio no me da para extenderme. Volveré al tema.