En una jornada de movilización social en Colombia, no vista desde 1977, el pueblo colombiano ha hablado, y es falso que no se supo qué dijo, como falsamente lo plantean columnistas uribistas. Otros, como Vargas Lleras, llaman a la rápida aprobación de la reforma tributaria, concertada entre él, Char y el Gobierno, donde se siguen dando grandes gabelas al capital. Ello ha disparado las importaciones de equipos en un patrón de crecimiento que no genera empleos, manteniendo una tasa tributaria de dividendos ridícula frente a lo que se le cobra a las clases medias en Colombia por su trabajo. Estamos ante unas élites sordas y ciegas. Precisamente contra eso marcharon los colombianos.

Yo me sorprendía del nivel de información de los ciudadanos cundo los periodistas les preguntaban contra qué marchaban. Bien al día, respondían, por la paz, contra la matanza de líderes sociales, contra la reforma tributaria, laboral y pensional. El gobierno respondía, con sus mensajes de miedo antes del 21N, que no había presentado ninguna de esas reformas, cuando se sabía de los proyectos laborales del Uribismo y de las declaraciones de Carrasquilla mucho antes sobre la reforma pensional. Sabían lo alegado por la ANIF al respecto, así como las propuestas gremiales de “flexibilizar” el salario, pagar la miseria por horas, ofrecer un salario menor al mínimo en un 75% a los jóvenes, para poder engancharlos. En fin, siempre presentan propuestas que empobrecen a los colombianos. Su escasa imaginación no los saca de la teoría del “trickle-down” (derrame), donde si ellos se enriquecen más el pueblo mejora, algo les llega. La teoría siempre ha resultado falsa, sin ninguna verificación empírica. Muchos analistas se alarman por la creciente desigualdad de América Latina como causa de estos movimientos sociales, sin entender que ello resulta de un modelo neoliberal individualista, que reduce el estado, privatiza las empresas aún rentables del mismo (recuerden Isagen), y deja a los ciudadanos a merced de las leyes del mercado.

Un colega me pasó un artículo escrito por un físico, “El Casino Sin Escape” (Revista Scientific American Noviembre 2019), por Bruce M.Bhoghosian, donde a través de un modelo matemático afinado demuestra que una economía pura de mercado siempre desemboca en que un grupo de oligarcas se apodera de toda la riqueza, aunque las transacciones aparezcan siendo “justas”. El ensayo demuestra que ello sólo se evita con fuerte regulación estatal y tributaria, como se hace en algunos países europeos. Por ello, el Estado no se puede limitar a la seguridad y al orden, o a subsidios a los pobres. Debe mejorar la distribución del ingreso con tributación fuerte a los más ricos, no sólo a las empresas, y tener una política progresiva de salarios. Un médico amigo me pasó la charla TED de Nick Hanahuer, un plutócrata gringo que nuestros empresarios deberían ver. Critica el progresivo enriquecimiento del 1% en Estados Unidos, calificándolo como una fórmula que los lleva al suicidio. Nos habla cómo Seattle, contradiciendo la teoría neoclásica del “derrame”, elevó el salario mínimo al doble del país ($15 dólares por hora) y hoy está en auge. Comparen con las propuestas ridículas del 4 o 5% del próximo año de nuestros gremios. Colombia se hace más desigual cada año, las oportunidades de ascenso son solo para los hijos de la élite, y los sectores medios y populares excluidos. Escucha, viejo, la unión no se puede construir sobre tu agenda social, debe ser otra clase de agenda.