Hace poco leí una columna escrita por Brigitte LG Baptiste en la que hablaba de las consecuencias no conscientes de la dieta que llevamos, en el caso de ella aseguraba que su dieta vegetariana con altas dosis de arroz pudieron haber afectado los campos del Casanare (por su cultivo) en donde viven los chigüiros.
Parece ser una unión de ideas un poco exagerada, pero bastante acertada para hacer obvio lo que pocos creen, pero que muchos critican, y es que sigas la dieta, que la sigas siempre tendrá consecuencias en el medio ambiente.
Esto me lleva a pensar en una de las últimas declaraciones de Greta Thunberg en la que decía que “el planeta no puede soportar que comamos carne y tengamos hijos “, y que al final resultó ser falsa, pero que despertó miles de mensajes de defensa y pasión acerca de lo que “debemos hacer o no” como carnívoros, como si la crianza de animales y tener hijos fuera un acto completamente insano, cuando debe asumirse con responsabilidad.
En vez de quejarnos sobre las consecuencias de tener hijos sobre la naturaleza, debemos criarlos conscientes de cómo cuidarla o hacer su mejor esfuerzo para disminuir el cambio climático. Al tener hijos los seres humanos maduramos, conocemos el valor de lo que es ser incondicional. Nos enfrentamos a conocer el verdadero amor, a saber lo que es proteger, a reflexionar sobre nuestros errores para que nuestros hijos sean mejores que nosotros mismos. El crecer en familia saca lo mejor de los seres humanos, nos enseña a crecer en equipo.
Respeto a las personas que no comen carne por decisión, por salud, por protección a los animales y así creo que ellos también deben respetar a aquellos que si comemos carne. De todas formas las consecuencias sobre los campos y la naturaleza siempre será un hecho, sea cual sea la decisión.
Cualquier acto tiene consecuencias y es de nuestra responsabilidad hacer lo posible porque estas consecuencias sean las menos malas, no obstante no podemos juzgar a los demás por ello ni volvernos radicales pensando que solo nuestra forma de pensar es la correcta. Debemos actuar sin radicalismos.
Saber que aún vegetarianos o carnívoros tenemos una responsabilidad con el planeta, que no solo se aligera con la dieta, sino con otros actos cotidianos, cómo ahorrar agua, no usar tanto papel, regular la luz de nuestra casa, entre otros.
Podemos vivir sin radicalismos, en esto consiste vivir en armonía como sociedad, no juzgar y por el contrario poner de nuestra parte. El respeto por el medio ambiente comienza en casa.