El jueves 24 de noviembre de 1859 Charles Darwin publicó su obra monumental El Origen de las Especies por medio de la Selección Natural y, desde entonces, mi cerebro médico anda enganchado en aquello que el etólogo Richad Dawkins describió como “Evolución, el mejor espectáculo sobre la Tierra”. Y vaya que lo es. De hecho, revisé la bitácora del HMS Beagle, la goleta de 10 cañones en la que partió el 27 de diciembre de 1831 de la bahía de Plymouth, Inglaterra, después de abandonar la medicina horrorizado ante los gritos de un niño en una sala de cirugía. Revisé las taxonomías de cuanto bicho o animal encontró y clasificó para poder entender la aplicación de todo eso en su teoría acerca de la evolución de los humanos que dividió la historia y la biología en un antes y un después.

En la Facultad de Medicina de la Universidad del Cauca me gradué en lo que mi maestro no pudo y aprendí los 4 pilares del arte de la medicina: observación, palpación, percusión y auscultación, lo cual me ha servido para seguir sus pasos en observación, clasificación taxonómica, jerarquización y persistencia de rasgos, para poder disfrutar el espectáculo de la evolución.

Esto es lo que veo a diario en consulta. Chicos y chicas con cuerpos y cerebros diferentes con los siguientes rasgos: fenotipo de predominio delgado con un bajo tono muscular generalizado que les dificulta mantener una posición, por lo que se mueven de manera constante, se fatigan con facilidad, se cansan escribiendo, torpes para los deportes, se mueven mucho al dormir. Tienen compromiso en algunos de los 7 sentidos: escuchan los aparatos a volumen alto o se tapan los oídos ante ciertos sonidos, selectivos en grado variable para la alimentación, sensibles a los olores, se frotan los ojos con frecuencia, sensibles a texturas de la ropa o intolerantes a diversas texturas, intolerantes a acciones como bañarse o el corte de cabello, frecuentes pérdidas del equilibrio. Es lo que se llama integración sensorial.

A nivel cognitivo, la mayoría tiene inteligencia promedio, con pocos casos de déficit y una notoria frecuencia de casos de inteligencia por encima del promedio. Su estilo de pensamiento es diferente, desde la semántica –significado de las palabras y expresiones-, hasta la comprensión de nuestros valores. Sus cerebros procesan la información diferente, no es oposición o reto a la autoridad.

Estos cambios los he registrado en todos los estratos socioeconómicos. No son sinónimos de enfermedad, para mí, representan una variación evolutiva.

El cuerpo y el cerebro deben seguir evolucionando en la realidad que nosotros mismos creamos.

haroldomartinez@hotmail.com