El mundo femenino se enfrenta a grandes desafíos propios de la cultura (históricamente) patriarcal, uno de ellos es viajar solas y no solo a territorios, paisajes o destinos sino a ellas mismas, a su libertad, a la posibilidad de trascender del paradigma abnegado de cuidado de todos y todas, de ser sumisa, débil o dependiente.
Cuando las mujeres se atreven a viajar solas demuestran que enfrentan el miedo a ser violadas o asesinadas, pues en el mundo machista ver a las mujeres solas en sitios públicos implica que “están buscando algo” que quieren provocar a los machos erótico/impulsivos, sucede desde salir a un bar con una amiga hasta traspasar fronteras; pareciera que la regla fuera ir acompañada de una figura masculina que tiene el poder sobre ellas y que ellas no tuvieran derecho a divertirse sin el riesgo de ser atacadas, es lamentable las cifras de mujeres desaparecidas, violadas o acosadas en viajes, bares o lugares en los cuales no tienen a un – hombre – que les brinde “protección”.
En este sentido, analizar los movimientos de mujeres que viajan solas, que se unen, ayudan y usan las redes sociales para fortalecer propósitos libertarios y reivindicadores implica el efecto positivo del empoderamiento sororo y del feminismo que convierte a las mujeres en imbatibles, valientes y arriesgadas que deciden dejarlo todo por ganarse a ellas mismas, que no les da miedo traspasar fronteras y que se enfrentan con jerarquía y suma dignidad a las tusas, los duelos y los miedos arraigados, viajar implica estremecer el ser, impactar la vida, deleitar el mundo y expandir las alas espirituales de poder infinito que tenemos las mujeres.
Quedan muchos desafíos aún por superar, el machismo se resiste a deconstruirse por relacionamientos equitativos e igualitarios, sin embargo, hay que aplaudir a los movimientos feministas y de derechos humanos que agitan los paradigmas sociales y escriben nuevas historias humanizadas donde el cuerpo de las mujeres bajo ninguna circunstancia es percibido como un objeto sexual con el cual, se puede jugar, es momento de no cosificar a las mujeres y entender que son libres, capaces y merecedoras de aventuras y viajes hacia su interior y hacia el mundo entero.
Las mujeres que viajan solas han sanado muchos miedos, son capaces de confrontar el patriarcado y no reprimen sueños, están dispuestas a vivir desde la visión empoderada de su ser femenino, a saborear los colores, formas, diversidades y sorpresas que los viajes generan, ese es el desafío de las nuevas mujeres, quienes unidas se fortalecen, aprenden a crear no solo defensas del machismo, racismo o cualquier tipo de discriminación que se enfrenta en un mundo que muchas veces tosco con las mujeres, sino que también crean realidades bondadosas, prósperas y favorables para todo lo que merecemos como mujeres.
Viajar solas a nuevos mundos, a reconcilios, a experiencias novedosas y a ellas (nosotras) mismas y los fantasmas de miedos que son convertidos en logros transformadores, por ello las mujeres tenemos bien ganado el título de tejedoras de nuevas realidades y seguimos conquistando el mundo público que nos fue privatizado por siglos. Finalizo esta reflexión con una declaración basada en mi fuerza guajira y femenina “Dubai nos vamos a divertir, lo prometo” yo hago parte de las valientes mujeres que viajan solas y que tiene una red de sororidad inquebrantable.