Poquísimo le duró el arrepentimiento a ‘Jesús Santrich’ quien pidió mil veces perdón a los colombianos hace unos días por su ofensiva respuesta, la del “quizás, quizás, quizás” que conocimos en 2012, cuando fue preguntado sobre si las Farc estarían dispuestas a reconocer sus responsabilidades en el conflicto. En ese momento estaba en Cuba y a su lado aparecía ‘Iván Márquez’, quien reía con él.
Cuánto descaro y cinismo el de estos dos que hoy deben estar carcajeándose a mandíbula batiente de la “oscarizada” actuación de Santrich quien logró convencer a buena parte del país de sus nobles intenciones de aportar a la construcción de la paz y la reconciliación nacional.
‘Santrich’, al no acudir a la indagatoria a la que le había citado la Corte Suprema por el proceso en su contra por presuntos delitos de narcotráfico, le incumplió a la justicia, a los colombianos y a sus propios compañeros de las Farc que lo defendieron a capa y espada. Pero sobre todo le hizo un enorme daño al ya muy cuestionado acuerdo de paz que tiene cada vez más detractores. Acuerdo que arrastra el incumplimiento del Estado en su implementación y lamentablemente el asesinato de más de 130 excombatientes que sí le apostaron a la legalidad.
Ahora toca pellizcarse y bien duro porque lo que se viene será aún más gravoso para la paz. Volvemos a recorrer los caminos de la guerra con todas sus repudiables manifestaciones como los asesinatos selectivos, masacres, ataques, desplazamientos forzados y otras acciones de grupos armados ilegales, estructuras criminales y todo tipo de organizaciones narcotraficantes que no dan tregua.
Las Farc 2.0 que encabezan ‘Márquez’, ‘el Paisa’, ‘Santrich’, y quienes se estarían reorganizando para delinquir aliándose con el ELN más radical de alias Pablito, son una verdadera amenaza que podría desencadenar una escalada terrorista urbana. Contra su decisión de seguir en la ilegalidad toda la contundencia del Estado de derecho y su defensa, la misión constitucional de las Fuerzas Armadas.
Tengamos claro eso sí que ‘Santrich’ no es el “dueño de la paz” de los colombianos. Su caso no marca el fin de este sueño. Por eso hay que ‘desantrichizarnos’, cerrar este capítulo y dejar que la justicia actúe.
Nuestro reto como sociedad es apuntalar los esfuerzos de paz que hoy se intentan consolidar desde los territorios en medio de las amenazas de los violentos. Como lo están haciendo 5 mil integrantes de las Economías Sociales del Común, Ecomun, la cooperativa que aglutina a 135 formas asociativas solidarias y en la que se impulsan proyectos productivos como parte de la reincorporación socioeconómica de los excombatientes de las Farc.
Por primera vez, 15 de ellos participan en Agroexpo, la feria más importante del sector que se realiza en Bogotá. Llegaron de diferentes regiones para demostrar que sí es posible dar el paso hacia una vida en la legalidad. En sus manos ya no encontramos fusiles, sino los frutos de la paz. Que su empeño no sea en vano. Colombia se merece la paz y no la guerra.