Si Estados Unidos se llama a sí mismo “América”, se entendería que la Copa América que allí se celebró fue un torneo de los estados que conforman ese país. Ilse Patricia Ch. P., B/quilla
Es antipático el uso de la palabra ‘América’ como sinónimo de Estados Unidos, tal como lo hacen presidentes, políticos, figuras públicas y buena parte de la población de ese país. Esto traduciría que las demás naciones americanas, figuradamente, quedan localizadas en un limbo continental. Sin embargo, no es del todo descabellado usar ‘América’ para referirse al país del norte, pues es algo que ha sido acogido, que predomina en el habla diaria y es difícil de cambiar, máxime cuando nada es tan patriótico como darle a su país el nombre de todo un continente. Considerando lo anterior, luciría contradictorio que Washington sea la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) o, en inglés, Organization of American States (OAS).
¿De dónde viene el término ‘camaján’? Aurith Hernández, Bogotá
Se ha identificado como propio de Colombia, de Cuba o de México. El Glosario popular cubano dice que es un cubanismo “con matiz peyorativo, que identifica al vividor, al que explota a los demás”. El Diccionario dice lo mismo, agrega que es término coloquial usado en Colombia y en México y apunta a la imagen de un sujeto sin oficio y pícaro que, con astucia, saca provecho de una situación. La locución tiene otro sentido: el de alguien farolero, que exhibe una vestimenta y un calzado estrafalarios y coloridos. Además, camaján es un término típico de nuestra germanía. La palabra ‘germanía’ deriva del latín germānus ‘hermano’, y se refiere al modo de hablar o a la jerga utilizada por rufianes para comunicarse.
¿Por qué en la Costa ‘bajarse’ es sinónimo de ‘posarse’ o ‘alojarse’? Arlín Niebles G., B/quilla
García Márquez usa el término en Cien años de soledad: “Don Apolinar Moscote, el corregidor, había llegado a Macondo sin hacer ruido. Se bajó en el Hotel de Jacob…”. Una de las acepciones de bajarse es apearse, desmontar, descabalgar, descender… Años ha, cuando en la Costa eran escasas las carreteras, para la inmensa mayoría de la población el único medio de transporte interurbano eran los caballos o las mulas. Entonces, los viajeros decían: “Voy a bajarme en tal posada” por decir “voy a bajarme del caballo en tal posada”, o “voy a bajarme en la casa de mi primo” por decir “voy a bajarme de la mula en la casa de mi primo”. Luego, la locución se convirtió en un regionalismo con el sentido de registrarse en un hotel u hospedarse en la casa de alguien.