¿Es cierto que etimológicamente ‘volcán’ quiere decir ‘volcamiento de fuego’? E. Armenta Ch., B/quilla
No es cierto. El castellano tomó la palabra del portugués volcão, que, a su vez, la había tomado del nombre propio Vulcano (Hefestos, en Grecia), dios romano del fuego, pero no de un fuego agresivo, de un fuego para arrasar, sino de un fuego para forjar cosas buenas o útiles o hasta para intentar con él el arte. Vulcano era hijo de Zeus, el mayor de los dioses, y de su esposa Hera, aunque la versión de Hesíodo dice que solo lo era de esta, quien había querido desquitarse de Zeus, que había tenido a su hija Atenea él solo, salida de su frente, sin participación sexual femenina. Cojo de nacimiento y deforme, Vulcano era tan feo que su madre, avergonzada, lo arrojó desde el cielo, pero fue recogido vivo por dos oceánidas o ninfas del mar, Eurínome y su madre Tetis, que eran inmortales (aunque la última también fue madre del mortal Aquiles, héroe en la Ilíada), quienes lo criaron hasta los nueve años resguardado en una cueva a la que habían dotado de una fragua en la que Vulcano forjaba los metales para elaborar objetos preciosos, entre ellos el cetro, el trono y los rayos de Zeus. Para vengarse de Hera, el hijo rechazado, monstruoso y sensible, un día le envió como regalo un trono de oro de gran belleza. La deidad, admirada, se sentó en él, pero cuando fue a pararse no pudo, pues estaba sujeta por cadenas invisibles. Ninguno de los dioses fue capaz de liberarla, y cuando pidieron ayuda a Vulcano este se negó rotundamente. Solo aceptó actuar después de que Dionisos, el dios de los viñedos, de las vendimias y de la alegría de vivir, le diera una garrafa llena del mejor vino. Pese a su fealdad y a su aspecto burlesco, Vulcano tuvo cuatro mujeres hermosas, una de las cuales fue nada más y nada menos que Venus, la diosa de la belleza y el amor, a quien amó mucho y a quien toleraba sus infidelidades hasta cuando la sorprendió en brazos de Ares, dios de la Guerra, y entonces hizo una red invisible, donde los amantes quedaron a la vista de todos los dioses, atrapados y escarnecidos.
Nota: En mi respuesta de la semana pasado sobre el surgimiento de palabras nuevas en el lenguaje, cometí un lapsus. Escribí: “En el caso de los ejemplos que usted trae (‘produce’ y ‘genera’), ambos pueden usarse sin distinción, pues son dos seudónimos absolutos y debidamente aceptados”. Lo correcto es, “pues son dos sinónimos absolutos”. Presento excusas a los lectores.