La cárcel ubicada en Valledupar se llama La Tramacúa. ¿De dónde sale esa palabra? Ricardo Navarro, B/quilla

Tramacúa pertenece al habla popular, y si se escribiera como corresponde sería Tramacuda. Hace poco decíamos que la ‘d’ es una de las consonantes más débiles de nuestra lengua y que en ciertos contextos desaparece. Esto ocurre en el caso de tramacuda al convertirse en tramacúa. Ahora bien, -udo/-uda es un sufijo aumentativo que indica que algo es de gran tamaño o abundante: ‘peludo, confianzudo, panzudo, morrocotudo, corajudo’. Otros ejemplos de este aumentativo en palabras populares serían ‘trameyúa, mamonúa, mameyúa’. Existe en español la palabra ‘tarajallo’, o individuo muy grande y robusto, la cual, con el mismo sentido, dio ‘tarajallón’ y ‘tarajalludo’. Estas dos voces, al perder la primera ‘a’ por ser fonéticamente apagada, pasaron a ser ‘trajallón’ y ‘trajalludo’. Luego, por la vivacidad de la lengua, la última evolucionó así: ‘trajalludo/trajalluda > tramacuda > tramacúa’, siempre con el sentido de algo enorme, desproporcionado, descomunal. Es curioso que la partícula ‘tram’ también va antepuesta a otras palabras que, asimismo, tienen la connotación de algo desmedido, fuerte, muy grande: ‘tramacazo, trameyúo, tramojazo’.

¿Es cierto que los términos testículo y testificar guardan relación? Jorge Atanasio T. S., B/quilla

Es cierto. Se relacionan en cuanto a que ambos tienen como primer componente léxico la voz latina testis ‘testigo’. Testificar se complementa con el verbo latino facere ‘hacer’, es decir, ‘hacer de testigo’; y testículo se completa con el sufijo latino -culus, que forma diminutivos, esto es, los testículos, en cuanto a su menor tamaño si los comparamos con otros órganos o partes del cuerpo, son ‘testiguitos’ o ‘pequeños testigos’… de la virilidad. En el español incipiente, hay constancia del uso escrito de testificar desde 1438 y de testículo desde 1490.

Hace poco leí que alguien le aplicó a otro un tornavirón y lo mandó al suelo. ¿Qué es eso? José Antonio Moreno Armella, Guayaquil

Tornavirón es palabra en desuso. El Diccionario, aunque la registra como sinónimo de torniscón ‘pellizco retorcido’, agrega que es un golpe dado en la cara o en la cabeza con la mano, en especial con esta de revés (o virada o vuelta). Los dos vocablos tienen en su etimología el verbo tornar, del griego tórnos, que dio en latín tornus ‘giro, en círculo, vuelta’. Tornavirón se completa con otro verbo, virar (referido a la mano), y con el sufijo -ón que forma aumentativos, lo que nos indica que el golpe dado es fuerte. Cervantes, en La ilustre fregona, una de sus ‘novelas ejemplares’, hace uso de los dos sentidos: “Uno desos mis amos, que allá van, jura que al volver […] se ha de estar dos meses en Toledo y en la misma posada, solo por hartarse de mirarla [a la bella fregona]. Ya le dejo yo un pellizco, y me llevo en contracambio un gran tornavirón”. Otros sinónimos de tornavirón son sopapo y pescozón.

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