Fue en Filadelfia donde por primera vez en la historia se empezó a usar el concepto Black Friday, que se traduce al español como viernes negro y que le da nombre al día en que se inauguran las compras navideñas. En esa ciudad de Estados Unidos, en la década de los sesenta, la policía local comenzó a utilizar el término en referencia al caos y a la congestión general que ocasionaban los compradores enardecidos por el alborozo del inicio de la temporada decembrina. A un mes de que se cumpla otra Navidad, vuelve el capitalismo camuflado en la imagen del Niño Dios o de Papá Noel, haciendo que la población mundial consuma más de lo que en realidad necesita. ¿Amor por la Navidad o consumismo salvaje? 

Según Fenalco, noviembre y diciembre vienen siendo “un salvavidas para el comercio nacional”, teniendo como antecedente el pasado mes de octubre, el cual se constituyó en el “peor mes” para el comercio colombiano. Hay que preguntarse si lo que para la economía del país es un alivio no representa a su vez un despilfarro que dejará más deudas o huecos en los bolsillos de la población colombiana de cara al año entrante… un 2024 que se asoma con muchas más incertidumbres que con certezas, específicamente, en lo que al plano económico respecta.

El popular y esperado Black Friday, una cultura de consumo masivo que como tantas otras le hemos sabido copiar a los estadounidenses, le dio apertura al gasto excesivo hacia el cierre de 2023, cuando ―según estadísticas de Kantar WorldPanel― se pronostica que las familias del país incrementen sus gastos por más de un 20 %. Por su parte, un estudio realizado por el equipo de Business Intelligence de la empresa de pagos en línea PayU proyecta un crecimiento del 65 % en las ventas en contraste con las cifras que dejó el Black Friday del año anterior.

Las extendidas compras navideñas no pueden ser un requisito obligatorio para celebrar la Navidad. Más allá del bienestar que representa para el sector del comercio el que las ventas se incrementen ostensiblemente, la celebración de las fiestas de fin de año no puede limitarse a pagar por lo que supuestamente supone alegría o felicidad. No es un regalo (o muchos) lo que tiene especial valor; lo que debe cobrar un significado valioso en esta temporada que recién inicia es el sentido del amor, desde el que experimentamos por nosotros mismos hasta el que entregamos a los demás. Un diciembre negro, lleno de compras desmedidas, no representa absolutamente nada si no entendemos el verdadero sentido de la Navidad.