El último de los Encuentros por la Verdad organizado este año por la Comisión de la Verdad estuvo dedicado al impacto del conflicto armado en la población campesina. Asistieron campesinos del centro del país, del Caribe, del Guaviare, del Cauca, de los santanderes y de otras regiones. El evento se realizó el pasado viernes en Cabrera, un municipio en el Sumapaz,a cinco horas de Bogotá, y un lugar emblemático porque allí vivió Juan de la Cruz Varela, quien a principios del siglo pasado lideró un amplio proceso de organización campesina que partió de la reivindicación por la tierra y se convirtió luego en el principal dirigente campesino colombiano del siglo XX.

El campo colombiano fue escenario de la guerra. Sus grandes sobrevivientes fueron las mujeres, que se encargaron de echarse al hombro el desplazamiento.La desigualdad de género en el sector rural es mayor que en la urbe. En La Habana se consideró el tema de la titularidad de la tierra desde la noción de género, pues en el país la titularidad la han tenido tradicionalmente los hombres.

Los campesinos son actores políticos con una participación democrática más allá del mero ejercicio del voto que con frecuencia han sido estigmatizados como guerrilleros o pro guerrilla y convertidos en enemigos públicos a partir del lenguaje,evitando así cualquier empatía. Esto trajo como consecuencia asesinatos, desplazamientos y exilios.

Cifras oídas en el evento: ocho millones de personas han sido víctimas de desplazamiento forzado a causa del conflicto. De ellas, el 87% son campesinos. El 56% de responsables del despojo han sido paramilitares y el 15% guerrilleros.El índice Gino de distribución de la tierra rural en Colombia es del 0.9%, acercándose a la desigualdad absoluta. En el país hay 17.327 víctimas de despojo forzado de tierras. El principal hecho contra liderazgos campesinos ha sido el asesinato (65% de los casos, entre 1988 y 2013).Es casi milagroso que todavía haya organizaciones campesinas, lo cual ha sucedido porque los líderes se han renovado.

Según contó Sandra Sáenz Sotomonte, campesina de Barbosa, Santander, “El 70% de las mujeres asesinadas después del Acuerdo de Paz han sido campesinas”. También dijo:“mientras no nos toque directamente, los colombianos somos indiferentes a esta tragedia”. Esto ha llevado a muchos a dejarse arrastrar por la indolencia y la falta de compasión por el otro, particularmente por intereses políticos o económicos. “La violencia empieza cuando a uno lo atacan directamente”, afirmó y agregó al final, aludiendo al lema de los carnavales de Barranquilla, “Quien la vive es quien la sufre”.

Sáenz, quien también es integrante de la Plataforma de Incidencia Política de las Mujeres Rurales Colombianas, conoció el caso de una mujer que solía vestir como hombre para mimetizarse y no ser violada, como a muchas otras que conoció. Y conoció también a un grupo de mujeres valientes que afirmaba: “Si hablamos, nos matan. Si callamos, nos matan. Entonces hablemos”.

@sanchezbaute