Por unos días Glasgow se convierte en la capital del mundo. En esta ciudad escocesa la ONU convoca a miles de personas entre jefes de estado, dignatarios, académicos, periodistas y activistas con el cambio climático y el calentamiento global como temas principales. El nombre técnico de la reunión es COP 26, donde el número hace referencia a la presente edición del encuentro sobre el mismo tema. La primera fue en Berlín en 1995 y la última, recordemos, había sido en París en el 2015. Allá se firmó el que en su momento fue considerado un ambicioso acuerdo para frenar el cambio climático; acuerdo que, y tal y como había pasado antes con el Protocolo de Kyoto, lamentablemente no se ha materializado lo suficiente en acciones concretas que permitan suponer que el trabajo urgente que toca asumir por la salvación del planeta se lleve a cabo como se debe.
La manida frase que hace alusión a que cada día que pasa es un día menos ha sido mencionada directa e indirectamente por varios de los mandatarios que hacen presencia en la citada conferencia. Hablan de tomar medidas urgentes y enérgicas para bajar los actuales niveles de calentamiento global, causante entre otras cosas de inundaciones, olas de calor, deshielo del casquete polar, limitaciones en el acceso al agua potable, pérdida de cosechas y ecosistemas; entre otras calamidades más. Para lograrlo es claro que la humanidad debe superar su actual dependencia de los combustibles fósiles en tantos aspectos de la vida diaria, lo que supone un cambio profundo tanto en los modelos de producción como en la concepción de la relación que tenemos con la naturaleza.
Allí es donde el asunto se complejiza más de lo que ya por sí lo es. La humanidad ha sido depredadora desde sus inicios, poco consciente de su papel fundamental en el balance del planeta, enseñada a consumir para justificar sistemas salvajes de producción e intercambio de bienes, y malamente dependiente en su mayoría de esa producción en la generación de empleos y tráfico de capitales. A mucha gente entonces le conviene mantener el status quo porque sus preocupaciones se limitan al corto plazo. Darse “la pela” pensando en el mediano o largo plazo no da, o no daba, réditos electorales; entendidos estos bien sea como votos y/o como coimas.
En medio del panorama sombrío, porque si nos vamos a los antecedentes poco hay para creerle a los mandatarios que hoy prometen lo que desde ayer saben que no podrán cumplir, esperanza el ver el empoderamiento con conocimiento y criterio de muchos jóvenes en distintas partes del mundo que utilizan su familiaridad con las redes para apoyar la socialización y consolidación de mensajes tan pertinentes como interesantes. Ya la generación pasada no pudo. A la actual le toca, pero también es más que justo que se les deje trabajar.
En el entretanto, ayudemos con separar los desechos, reciclar, apagar bombillos y/o cerrar la llave del agua. Pequeños detalles que ayudan a salvar la única casa que tenemos.
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@alfredosabbagh