Escribo estas líneas la mañana del 21. No sé cómo terminaría de desarrollarse el paro. Confío en que de modo pacífico y tolerante. Sirva este texto para dar mi punto de vista sobre el mismo, pues creo que, por distinto a las dos opiniones generales, puede resultar interesante.

La primera de estas opiniones afirma que Colombia es un país injusto, desigual y cruel. Un país en el que una pequeña élite monopoliza la riqueza mientras una inmensa mayoría apenas puede pagar una educación y una salud decentes, apenas gana para sobrevivir, apenas tiene una vida a la que llamar digna. Por ello, es necesario parar y manifestarse para que los poderosos sientan que el pueblo ya no tolera más semejante situación. Una segunda opinión indica que, sin negar totalmente la denuncia anterior, el paro esconde una intencionalidad política: el asedio al gobierno Duque por parte de las izquierdas. Lo cual vuelve al paro ya no tan cívico, sino partidista. Siendo además que el mismo se enmarca en una ola de disturbios como los chilenos promovidos en mayor o menor medida por Venezuela y Cuba para distraer la atención de sus problemas internos y perjudicar a sus rivales regionales.

Lo que tienen en común estas dos opiniones mayoritarias es asumir que la situación actual es mala. Ya sea por la explotación a la que los poderosos someten al pueblo, ya por el desorden provocado por las izquierdas, el presente colombiano se ve como algo preocupante. Bajo mi consideración las dos se equivocan en este diagnóstico pesimista. Si por algo tiene lugar el paro es porque Colombia va bien, no mal. La visión de Colombia como un horror de desigualdad tiene mucho de verdad, pero olvida los enormes progresos hechos en las últimas décadas. La visión de Colombia infestada de subversivos quizá tenga algo de razón, pero más parece el típico miedo que se suele desatar en las élites cuando ven peligrar su posición de privilegio.

La realidad es que Colombia es una de las economías más sólidas de Latinoamérica. Un país que en las últimas décadas ha reducido sus niveles de población por debajo del umbral de la pobreza, que ha aumentado notablemente el porcentaje de clase media, en el que el PIB, la deuda pública y la inflación se han movido dentro de un orden y en el que, poco a poco, mejoran las cosas. He ahí el origen del paro del 21. El poco a poco. Es fácil ser optimista cuando se vive en estrato 6, lo difícil es serlo cuando a ti aun no te han llegado las mejoras.

El paro del 21 son dolores de crecimiento. Es el síntoma de que el país se normaliza, se desarrolla y la gente pide, como es lógico, una más amable distribución del desarrollo. ¿Sería posible este paro en un contexto de guerra? Difícilmente se piensa en una mejor salud cuando explotan coches bomba a tu alrededor. Al igual que la consulta anticorrupción del año pasado, este paro demuestra que hay unas pujantes clases medias urbanas que ya no se conforman con lo mismo de siempre. Y eso, mientras no se olvide que la democracia es acuerdo y no imposición, es bueno.

@alfnardiz