Dos procesos electorales marcaron el fin de semana anterior la agenda en Latinoamérica. En Ecuador, el pueblo rechazó el referendo convocado por el Gobierno del presidente Daniel Noboa, con el que se pretendía instalar una asamblea constituyente que cambiara la Constitución de 2008, autorizar el regreso de bases militares extranjeras en territorio ecuatoriano, eliminar la obligación del Estado de financiar organizaciones políticas y reducir el número de asambleístas. Todas las preguntas fueron rechazadas por mayorías claras. Llama la atención que la propuesta de constituyente fuera desechada por el 61,4% de los ecuatorianos.
Esta reacción en contra de la constituyente recuerda los dos procesos que vivió Chile durante el gobierno de Gabriel Boric, quien perdió sus cuatro años en medio de dos intentos que fueron rechazados por el pueblo. Este mensaje de los ecuatorianos y de los chilenos demuestra que los problemas de gobernabilidad no se resuelven con cambios normativos, sino con determinación política. Tanto Ecuador como Chile - y Colombia no escapa a esta realidad- enfrentan problemas de seguridad e inmigración ilegal que han generado todo tipo de distorsiones en la sociabilidad de los países. Por lo menos va quedando claro que apelar a relatos constituyentes para encubrir la falta de rumbo no va a funcionar. Chile y Ecuador están mostrando una cara seria en medio de la incorrección política que caracteriza a la región.
El otro proceso electoral se presentó en Chile. Después de casi cuatro años de gobierno de izquierda y de perderse, como señalé, en dos procesos constituyentes fallidos, la candidata de la izquierda, Jeannette Jara, obtuvo el 26,8%, seguida por el candidato de la derecha José Antonio Kast, quien alcanzó el 23,9%. Lo grave para Jara y para el sector que representa el presidente Boric es que el candidato de los libertarios, Johannes Kaiser, logró el 13,9%, y Evelyn Matthei el 12,5%. Entre los dos suman 26,4% de los votos y ya anunciaron su apoyo a Kast en la segunda vuelta. Franco Parisi obtuvo el 19,7%. Parisi representó a los desencantados del gobierno y de la oposición de derecha. Su decisión quedó clara: no respaldará a ningún candidato y sus votantes quedarán libres para escoger cualquier opción. Ante este panorama, la derecha llegaría al poder en segunda vuelta y quedarían atrás los años de procesos constituyentes fallidos. Con este escenario, Chile tendría que hacerle frente a la crisis de inseguridad y delincuencia que agobia a la ciudadanía.
Como se observa, tanto Ecuador como Chile responden pidiendo estabilidad y respuestas a los problemas de sus países. La “reformitis” y la falta de gerencia pública empiezan a pasar factura a los presidentes. Colombia y México deberían estar atentos. El próximo año se renueva el poder presidencial en Colombia, con una ciudadanía agobiada por la violencia, la corrupción, la crisis fiscal y el desprestigio internacional. No es menor que el presidente no tenga visa para los Estados Unidos y esté incluido en una lista de vinculados con el narcotráfico por ese país, mientras su entorno es señalado por la comisión de múltiples delitos. En México, la tensión social aumenta y la presidenta Sheinbaum no tiene el músculo político para defender el “segundo piso de la cuarta transformación” como lo hacía el expresidente López Obrador. Las manifestaciones de esta semana en la capital así lo demuestran.
Por lo pronto, nos queda la segunda vuelta presidencial en Chile y la elección presidencial en Honduras. Con esto se cierra el ciclo electoral del 2025 en América Latina. Para el 2026, el camino democrático en nuestra región continuará en medio de la polarización y el populismo. Ojalá la razón prime sobre las emociones.
Ex Fiscal General de la Nación
Profesor del Adam Smith Center for Economic Freedom, Florida International University (FIU)








