Strategos, (del latín stratēgus y griego stratagos), se usaba en Grecia para el general o comandante en jefe de un cuerpo militar. Por una batalla perdida o una campaña infortunada, un strategos debía rendir cuentas ante el pueblo. La palabra “estrategia” llegó al español a través del latín, conservando el significado de planificar y dirigir para lograr objetivos, en el frente militar, u otros como el empresarial o político.
En el ajedrez geopolítico, la energía es pieza clave. Cuando un país renuncia a su seguridad energética, compromete su seguridad nacional y su soberanía, entrando en la zona de vulnerabilidad, es decir, la incapacidad para definir una política energética libre y soberana. Si lo intenta, asumirá un alto costo económico y/o político. Europa aprendió a las malas, tras la invasión rusa a Ucrania. Alemania, potencia de ese continente, “descubrió” cuán vulnerable era su modelo energético al depender del gas ruso. El corte del suministro sacudió su economía, obligándola a tomar decisiones apremiantes y, por lo tanto, costosas; muchos países no habrían podido asumirlas. Ahora, en este lado del globo, México parece seguir una ruta similar, la que lleva de la dependencia al daño. Más de 70% del gas natural que consume llega de EE. UU. y su electricidad se genera 60% con base en gas. Esa dependencia, durante años, es la antesala de la vulnerabilidad y ahora los desvela, incluso más que la guerra de aranceles. Analistas mexicanos advierten que restricciones a las exportaciones, por razones de cualquier índole, podrían abocar al país a un apagón energético, que precede al económico. Las políticas nacionalistas energéticas de EE. UU. exacerban el riesgo, y la producción interna mexicana de gas no despega. Tienen reservas, pero la inversión es casi nula, la infraestructura deficiente y la opción del fracking ha sido proscrita más por ideología que por razones técnicas, me suena. Ya con la presión de la agobiante realidad empiezan a considerarlo, pero llevan años de retraso. No satanizo la interdependencia, menos en un mundo globalizado, pero bajo la premisa de que la autosuficiencia energética, o, por lo menos, la diligente diversificación de productos y proveedores (energía de portafolio), debe ser prioridad estratégica de cualquier país. Invertir en producir combustibles, en esquemas de importación/almacenamiento y en diversificar adicionando renovables, acuñará los pilares de la resiliencia del sistema energético, única protección ante la volátil geopolítica global.
En Grecia, strategia era el arte del strategos. No se limitaba a dirigir batallas; anticipaba amenazas, administraba recursos y protegía los intereses de la sociedad a la que servía. Hoy, en energía, la noción de estrategia resulta crítica: sin visión, disciplina y decisión, ningún país preservará su seguridad energética.
@achille1964