Alguien le dijo a un medio que hubo momentos de alta tensión en la reunión con empresarios, convocada por la canciller para discutir estrategias frente a la crisis arancelaria, mientras a otro le decían que la reunión solo buscó un titular de apoyo gremial a una estrategia contra la crisis, pero en la CELAC, una especie de OEA de la izquierda continental, cuya presidencia asumió el presidente Petro. Dijeron también que los gremios fueron utilizados y que no hay interés en mejorar las relaciones con Estados Unidos.
Esos dimes y diretes a dos importantes medios se dieron tras las declaraciones del presidente del Consejo Gremial, Camilo Sánchez, y de la presidenta de la Cámara de Comercio Colombo Americana, María Claudia Lacouture, quienes, curiosamente, dijeron lo contrario.
Los dos coincidieron en que la reunión fue productiva y un primer paso hacia una hoja de ruta en busca de soluciones de corto plazo y una estrategia de seguimiento. Se habló de productos afectados, como el aguacate Hass, de no afectados, de oportunidades y de abrir mercados sin descartar la negociación con Estados Unidos. Ninguno de los dos mencionó roces, respuestas airadas o momentos de tensión.
¿Qué pasó? ¿Acaso quienes filtraron estuvieron en una reunión diferente a la que yo mismo asistí? Sumamente grave echar a andar esas mentiras malintencionadas, que dejaron a Camilo Sánchez y a María Claudia Lacouture como los mentirosos o los utilizados por el Gobierno.
Yo me uno a sus declaraciones, pues percibí en la canciller una actitud positiva y no me sentí utilizado, aunque sí hubo preocupación por eventuales declaraciones del presidente en la reunión de la CELAC en Tegucigalpa, con una activa presencia de China. Hubo diferencias, argumentos y propuestas, pero en un entorno de cordialidad y respeto.
¿Qué nos deja este desapacible episodio? Primero: Quien lo generó quería hacer daño a la credibilidad de las personas y de las entidades que representan.
Segundo: La crisis arancelaria es global y a Colombia no le fue mal, pero es importante evitar confrontaciones y, más bien, negociar con Estados Unidos.
Tercero: Hay factores “irritantes”, de los que se habló en la reunión: migración, terrorismo y narcotráfico, que pesarán a la hora de negociar.
Cuarto: La crisis desvió la atención del gran riesgo de descertificación en la lucha antidrogas y de una caída de los ya menguados recursos de cooperación, a lo que no ayudan el crecimiento de los cultivos y las contradicciones del Gobierno sobre el glifosato.
Es necesario atender la crisis arancelaria sin descuidar la certificación antidrogas, y recomponer el diálogo con el Gobierno, porque… no es hora de mezquindades, sino de altura.
@jflafaurie