La Gobernación, con Eduardo Verano a su cabeza, ha decidido ampliar el llamado corredor universitario a cuatro calzadas de dos carriles cada una, para un total de ocho carriles, incluyendo dos pasos a desnivel y nuevos retornos, y la antigua carretera a Puerto Colombia desde la Universidad del Atlántico hasta la ‘Y’ de los chinos a doble calzada con cuatro carriles, obras con las que se mejorará enormemente la movilidad a toda esa gran zona y se valorizarán las propiedades beneficiadas con las mismas; propuestas estas obras además, por vecinos de ese sector para que se financien con valorización. Renace así esa figura con la que podrán construirse obras que transformarán de manera positiva una inmensa e importantísima área ubicada en el municipio de Puerto Colombia, pero conurbada con Barranquilla.

Barranquilla inició su actual transformación con obras de gran magnitud financiadas con dos valorizaciones por beneficio general. Con estas se amplió de dos a seis carriles y de una a dos calzadas, la Circunvalación desde Murillo hasta la Cordialidad y su puente en el acceso al barrio 7 de Abril, se construyó el Megacolegio en el barrio Santa María, la prolongación de la carrera 46 hacia Barranquillita, la primera fase de la avenida del Río y del malecón, ambos en La Loma, se transformó el arcaico Paseo Bolívar, se demolieron dos manzanas y media y se construyó allí la llamada Plaza de la Concordia, se adquirieron predios para la glorieta de la calle 17 con la carrera 8 y para los accesos al puente Pumarejo, y se construyeron obras menores, complementarias a las anteriores.

Pero existe otra figura llamada Valorización por Beneficio Puntual que he propuesto en varias oportunidades, siendo esta la única manera para financiar el rediseño y remodelación de toda la llamada franja de uso público, hoy desordenada, caótica y en estado de franco deterioro, único lunar negro que ofrece nuestra pujante ciudad. Incluye esta franja los andenes, jardines y antejardines, espacios hoy negados al peatón, ya sea porque fueron convertidos en rampas de parqueo para el uso privado, además de un impresionante deterioro, o en el mejor de los casos, con absurdos y egoístas diseños que también afectan a los peatones.

Y aunque no sea grato el nombre del sistema con el que se puede lograr ese cambio, que no es otro que el de Valorización Puntual, no existe una forma más equilibrada y más justa para financiarlo porque cada propietario pagaría proporcionalmente solo por lo que se hace e invierte frente a su predio, logrando que la valorización de cada propiedad sea muy superior al monto aportado. Es un verdadero gana-gana. A nadie se le cobraría un solo peso si no se le remodela el frente de su casa, su edificio, su almacén o su industria, y se le concedería plazo para el pago de esta inversión. El Distrito por su parte, contaría con recursos nuevos para garantizar el cambio de apariencia que Barranquilla necesita si queremos vivir en una bella e incluyente ciudad donde los peatones, por primera vez sean tan importantes como los que se transportan en vehículos particulares, y porque hoy, así la queramos mucho, debemos admitir que su área pública es una colcha de retazos destrozados.

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