Tres veces consecutivas campeón de Europa no le han bastado al Real Madrid para retener a su entrenador triunfador, Zinedine Zidane, ni tampoco para mantener a Cristiano Ronaldo, al que el propio club ha considerado durante todos estos años el mejor futbolista del mundo. Experimenta el club madrileño una transformación poca inusual en él. Ya no cuenta con un entrenador excepcional, sino con uno que no ha ganado nada. Y ya no tiene a uno de los mejores jugadores del mundo, pero, a cambio, acaba de fichar a Courtois, un portero procedente del Chelsea y que antes había pasado por el Atlético de Madrid.
Florentino Pérez, presidente del club blanco, presentó al portero belga “como el mejor guardameta del mundo”. A uno de los hombres más poderosos de la economía española le importó un bledo que el costarricense Keylor Navas, que ha defendido la portería blanca en las últimas tres temporadas, continué en el equipo. Podía haber dicho fácilmente que “ahora no tenemos al mejor goleador del mundo, pero tenemos los dos mejores porteros mundiales”. Pero no. Optó por alabar al nuevo y sin decirlo, denigrar al que ya ha demostrado que no necesita elogios para actuar al máximo nivel.
Pero el fútbol es eso. La gente vive del presente y todo el antes carece de importancia y apenas es tenido en cuenta. Los medios de comunicación madrileños ya ayer destacaban el fichaje de Courtois como la contratación de un gigante para la portería blanca. Nadie pensó en Keylor, tantas veces gigantesco defensor de esa portería. Todos ya lo relegaban a la suplencia, pese a las grandes prestaciones que ha efectuado por el Madrid.
Llama la atención que el club de la capital de España esté tan calladito en el mercado, mientras que su adversario más potente en la Liga, el FC Barcelona, sea uno de los mayores inversores en el campeonato. De hecho, el Barça ha contratado a Lenglet, Arthur, Malcolm, Arturo Vidal, y ha prescindido de Aleix Vidal, André Gómes, Digne y del colombiano Yerri Mina, que se ha despedido agradeciendo el apoyo que tuvo del club catalán, directiva y afición durante los últimos ocho meses.
Pero el mensaje es claro. Mientras el FC Barcelona busca romper con la hegemonía del club blanco en Europa, el Madrid parece dormido en los laureles y creer que lo que tiene ya es suficiente para seguir dominando en Europa. A no ser que todavía espere que Neymar acabe en sus filas.