El viernes a las 5:21 a.m. al despertarme prendí el celular y me enteré por las redes convulsionadas de la triste noticia: murió ‘Paragüita’. Se nos fue un pedazo del Carnaval, pero quedaron con nosotros más de 900 marimondas del Barrio Abajo y sus palabras escritas en el libro Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas. La nostalgia me llevó a abrir aquel libro y encontré un mensaje escrito a ‘Paragüita’ por Pernett. Se me aguaron los ojos; dos de los tesoros del Carnaval que ya no nos acompañan escribiéndole el uno al otro. A ellos les cedo el lápiz para escribir esta columna a tres manos, buscando que su voz y su legado estén siempre presentes. Le escribió Pernett a ‘Paragüita’: “Has demostrado ser un líder nato, ojalá la gente pudiera comprender la magnitud de tu trabajo… Junto con Gabriel Marriaga te llaman rey Momo sin corona”.
También Pernett fue rey Momo sin corona. Recuerdo uno de mis encuentros mas especiales con él. Una noche de precarnaval llegué a la izada de bandera de Cipote Garabato como Reina del Carnaval. De repente me vi sumergida en un mar de entusiasmo frenético, más de 200 personas bailábamos con pasión desenfrenada. El éxtasis de Humberto era surreal, desde la tarima gritaba con el corazón “¡Qué viva el Cipote Garabato!”. Mientras izábamos la bandera le pregunté cómo sería su vida sin el Carnaval, se quedó pensando, me miró a los ojos y me dijo: “yo no me imagino mi vida sin el Carnaval”.
¿Qué los llevó a conformar sus agrupaciones? Contaba ‘Paragüita’: “Yo solo veía comparsas de fantasía. ¡Eche!, ya no veía marimondas en el Carnaval y de pronto me cae la nostalgia, ese fue el primer disfraz que yo me puse, el disfraz más auténtico del barranquillero, mamador de gallo, entonces pensé, voy a revivir ese disfraz.” Pernett contaba que lo hizo por el “deseo de aportar al fortalecimiento de nuestro patrimonio devolviéndole al garabato su origen popular”. Llegaron a tener más de 900 y 200 danzantes respectivamente, quienes, gracias a su liderazgo, nos deleitan cada año con una muestra impecable, solo por amor, solo por pasión, solo por convicción. “Esto lo logramos por el sentido de pertenencia que tenemos”, explicaba ‘Paragüita’. Más allá de una escuela de rumba, ‘Paragüita’ y Pernett crearon una escuela de vida.
Ellos son los reyes sin corona de quienes puedo hablar ilimitadamente, pero con estas líneas quiero reconocer la vida de unos personajes que lo entregaron todo para aportar a la construcción de ciudad, de cultura, de valores y de paz, sin ninguna retribución, solo por la satisfacción y la felicidad que les generaba. Cedámosle a los artistas como ellos el lápiz para construir conjuntamente una nueva historia, que reconozca el Carnaval, no solo como un evento, sino como una actividad permanente de una ciudad que se desarrolla a partir de la identidad y la libre expresión de sus ciudadanos, y que reivindica la labor de aquellos que lo entregan todo, así como Pernett y ‘Paragüita’, nuestros reyes sin corona.
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