El electorado está desechando a los mejores candidatos en favor de los dos que generan mayores temores. Es necesario que ellos dos nos aclaren cómo van a desarrollar algunos de los aspectos que son más importantes para el desempeño de la economía.
La reforma rural es uno de esos temas cruciales porque es esencial para pacificar los territorios y para generar nuevas fuentes de riqueza y de crecimiento en relativo corto plazo. El problema con los programas de Duque y Petro es que el primero quiere promover la agricultura comercial y el otro quiere promover la producción campesina y la de pequeños y medianos propietarios, haciendo propio el sueño que tuvo Carlos Lleras de crear una clase media rural, pero con una retórica nada tranquilizadora.
La pregunta que se les debe hacer a ambos es si van a ser capaces de poner a un lado sus ideologías y en el caso de Duque los intereses económicos de algunos de los líderes del Centro Democrático para poner al campo a producir en paz y en grande. Esto requiere hacer una reforma agraria integral para aumentar el acceso a la tierra de los pequeños productores que hoy generan más o menos un 50 por ciento de la oferta de alimentos. También requiere que se desarrollen regiones con gran potencial para la agricultura comercial como la Orinoquía y vastas extensiones dedicadas a la ganadería extensiva.
Implica permitir que los grandes productores exploten terrenos baldíos, construir una carretera o un ferrocarril que llegue hasta el Orinoco (Puerto Carreño), modernizar el catastro y subir el impuesto predial. También exige que cesen las amenazas de expropiación, que los grandes productores tengan acceso a grandes extensiones de tierra productiva, y que Duque (la derecha) considere seriamente llevar a cabo la reforma rural acordada con las Farc. Si no son capaces de hacer eso, todavía estamos a tiempo para que lo digan, y en ese caso sería mejor que votáramos por De la Calle que está dispuesto a hacer lo que se necesita, o por Fajardo si el senador Robledo lo deja hacer lo requerido.
El bajo crecimiento de la industria en los últimos años y su pérdida de participación y protagonismo en el desarrollo del país han sido una preocupación constante que no ha inducido programas importantes de gobierno ni políticas públicas dirigidas a remediar este problema. En general, los candidatos saben que tienen que hacer algo, pero no saben muy bien qué deben hacer. Petro tiene un discurso colorido que puede ilusionar a la gente, pero no ha dicho cómo va a reindustrializar el país; y Duque cree, como German Vargas, que con una rebaja de impuestos corporativos e incentivos para promover la confianza inversionista, como los que puso en marcha Uribe durante sus dos administraciones, va a salir adelante. Sería útil que pusieran a sus equipos a trabajar a marchas forzadas para que les informen cuanto antes a sus potenciales votantes qué van a hacer por el desarrollo industrial y cómo lo van a manejar. Estos dos supuestos fenómenos políticos no parecen saber cómo promover el auge de los dos sectores. (Continuará).