Pregunta: Creía que la palabra tocayo era exclusiva del habla popular, pero la topé en el diccionario. Mirta Bueno, B/quilla.
R.: Se ha dicho que deriva de tocaitl (nombre), voz de la lengua náhualt, pero el lexicógrafo Joan Corominas lo descree, y la registra como de origen incierto. No obstante, en Roma, en el ritual de bodas, al llegar el novio con su comitiva nupcial a la casa de la novia esta le dirigía una frase protocolar: “Ubi tu Caius, ibi ego Caia” (“Donde tú seas llamado Cayo, a mí me llamarán Caya”), es decir, nos llamaremos de igual forma, lo que significaba que actuaría según su marido actuase. La primera parte de la frase latina, al contraerse, sonaba ‘ubitucayo’, que luego se convirtió en ‘tocayo’ cuando desapareció la partícula ‘ubi’ y la ‘u’ se transformó en ‘o’. Después el pueblo, sin captar su alcance, se apropió del vocablo y lo popularizó, primero con el sentido de hacer lo mismo que otro, y desde hace algunas centurias con el de tener nombres iguales.
P.: ¿Por qué en la Biblia el verbo conocer significa otra cosa? Adiela Páez, B/quilla.
R.: En el diccionario, la sexta acepción de conocer (del latín cognōscĕre) dice: “Tener relaciones sexuales con alguien”. En la Biblia, conocer se usa con este último sentido. En Génesis 4:1 se lee: “Conoció Adán a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín”. Y en Mateo 1:25: “Y sin haberla conocido [José a María], dio ella a luz un hijo, a quien él puso por nombre Jesús”. Creo que estos usos no son más que eufemismos, es decir, expresiones o palabras pudorosas o prudentes a cambio de otras, precisas y francas, que pueden herir la sensibilidad de quien escucha o lee.
P.: En ‘Cien años de soledad’, Gabo escribió “el coronel había de recordar”. Había es pasado, ¿no es mejor habría? Alberto Lamadrid, B/quilla.
R.: Este asunto es algo que está más allá de la literatura. Creo que no podía pasársele un error de esos a quien una o más veces nos recordó que el escritor debe ser un artesano de la palabra. Es común que la gente tenga en la memoria el ‘habría de’, voz de uso más corriente, y no el ‘había de’, pese a que es correcto y a que con el ‘de’ de por medio no es pasado, sino una forma imperativa de futuro (‘iba a recordar’). ‘Había de recordar’ también es igual a ‘recordaría’ o a ‘tuvo que’ (obligación). El tono profético que García Márquez usa con frecuencia, incluyendo el categórico e imperioso ‘había de’, es necesario y le queda mejor que ‘habría de’ o que ‘recordaría’, además de que hace la frase más solemne por el ritmo más lento. Hay prosistas que cuidan el texto como si fuera verso, para los que el aspecto musical de la prosa es esencial, y García Márquez estaba entre ellos. Nunca lo sabremos, pero podría apostar a que el laureado escritor escribió primero ‘recordaría’ o ‘habría de’ y después se pasó a la otra fórmula porque sentía que la frase estaba coja, que desentonaba.
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