La quimera es un aterrador monstruo mitológico con partes de animales distintos, usualmente cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón. Hay una en la sala de mi casa: una fusión de lobo, halcón y carpa koi del pintor barranquillero Héctor Díaz de la Hoz a la que bauticé “quimera caribe”, aunque su autor me asegura que se trata de un autorretrato.

Pero me desvío. Pensé en las quimeras griegas esta semana cuando Sergio Fajardo y Humberto de la Calle por fin se tomaron el demorado café –tan demorado que ya se estaba enfriando– con el que iban a explorar una alianza para presentarse como una sola opción a las presidenciales. En teoría, De la Calle tiene la obligación de participar en la primera vuelta o tendría que devolver los $40.000 millones que costó la consulta del Partido Liberal. Pero ya sabemos que en Colombia la leguleyada vence lo que la dicha no alcanza. No hay servicio jurídico, por complejo que sea, que algún magistrado no encuentre la manera de proveer.

Suponiendo, entonces, que pueda darse, no es que me parezca una quimera la alianza entre esos dos candidatos. Pero sí me lo parece la alianza, que exigen muchos votantes de izquierda, entre ellos dos y Gustavo Petro.

Una alianza de dos dinamizaría una campaña tan polarizada que amenaza con volverse aburrida. Le ofrecería a los votantes que no se decantan por Duque ni por Petro la posibilidad de medirse en las urnas, para que el país juzgue las fuerzas relativas de los tres sectores de opinión. Sería una contienda más ajustada a las facciones políticas que existen hoy en la sociedad.

La triple alianza, en cambio, sería un fenómeno de tres cabezas con rasgos tan disímiles que espantaría, o como mínimo confundiría, al electorado.

La tentación de unir las tres candidaturas es entendible. Petro va segundo en las encuestas y con los votos de los otros dos podrían asegurarse el paso a la segunda vuelta o incluso, piensan algunos, un triunfo en la primera. Solos se hundirán al menos dos de los tres. Pero haciendo a un lado la matemática electoral, ¿qué tienen en común las propuestas serenas y sensatas de Fajardo y De la Calle con el ambiguo programa económico del aspirante afecto al chavismo? Los electores esperan un mínimo de coherencia de sus candidatos. El ‘centrismo’ de Fajardo y De la Calle radica en que sus seguidores confían en que no harán experimentos imprudentes con la economía ni con la propiedad privada. Cualquier acercamiento ideológico con Petro les costaría esa credibilidad y los volvería irrelevantes de la noche a la mañana. Ganaría muy poco Petro, pues es poco probable que los votantes de centro se vayan con él; los otros dos perderían todo. En este caso, la suma resta.

Otra acepción de ‘quimera’ en el diccionario, la de uso corriente, es “una cosa que se propone a la imaginación como posible o verdadera, sin serlo”. Coincido con quienes piensan que la unión de Fajardo y De la Calle puede ser una fórmula exitosa, pero no la de ellos dos y Petro. Los dos pueden ser, como el mote de Batman y Robin, un dúo dinámico. Los tres serían un turbio trío.

@tways