En el caso del fútbol, soy una despistada. Tuve que hablar con varias personas para que me explicaran la telenovela que se armó alrededor de los gladiadores que defienden el honor de la ‘tribu killera’, esa que se identifica tanto con su equipo que dedica mucho tiempo de ocio a hablar de todo lo relacionado con esa pasión homosocial por excelencia.

En días anteriores se me había alborotado el deseo de respuesta calmada y sesuda ante la también ya famosa (o mejor, infamous –que en inglés es una palabra perfecta–) columna que un distinguido periodista, que se presume intelectualmente intachable, había publicado en uno de los medios más influyentes de este país.

Pero, ya ha corrido mucha agua o mucha saliva en forma de tinta sobre la columna de Caballero, refutando cada uno de sus puntos. Para no añadirle lustre, prefiero solo nombrarla aquí, pues hace parte de un síntoma bien interesante: los pataleos de los hombres cuando ven sus privilegios cuestionados. Sobre todo, aquellos que por sus posiciones pueden acceder libremente al cuerpo de la mujer que no lo ha pedido, por acción o por palabra.

Las palabras, en este caso, se expresan a través de columnas y programas de radio. Son voces que no tienen muchas mujeres que no han tenido acceso a la educación y a la movilidad social mediante el duro ejercicio del trabajo artístico, profesional o intelectual.

Hay mujeres que saben que tienen un único poder dentro del régimen patriarcal: su cuerpo. Y por ello se dejan acceder para llegar a los privilegios a los que pueden unirse a través de un hombre fuerte o adinerado. O se muestran para buscar trabajos que lo ameriten, donde el cuerpo femenino sea un gancho de venta.

El solo hecho de ser mujer no la hace a una feminista. Escuchamos demasiadas veces esta frase: son ellas mismas las que piden exhibirse, las que piden estar en una revista donde las vean, en una película donde a lo mejor accedan a un estrellato futuro.

No todas las mujeres tienen que estar conscientes de que, dentro del régimen patriarcal, ellas son objeto de intercambio.

Autores importantes como el estructuralista Claude Levi Strauss, antropólogos como la gran investigadora de inicios del siglo 20, Mary Douglas, y la importante teórica cultural Gale Rubin, estudiaron el fenómeno del intercambio de mujeres como parte de la propiedad privada en las sociedades patriarcales. En pleno siglo 21 podemos aún ver los vestigios de estas prácticas en casos tan aparentemente simples.

Las mujeres de los futbolistas se han vuelto la comidilla de la ciudad de Barranquilla porque, como en tiempos bíblicos, son ellas las culpables de que el equipo de machos alfa que juega en nombre de todos los otros machos no tan alfa, perdiera los dos torneos más importantes del año. Y todo por chismes y posibles irrespetos entre compañeros que no deben tocar a estas mujeres –trofeos de los demás–.

A lo mejor las mujeres de los futbolistas deberían comenzar a vestir alguna versión de burka, para apaciguar los ánimos de todos los implicados en este intercambio de mujeres.

mgontovnik@gmail.com