El mal emparejamiento entre recursos humanos y su utilización es el tema subyacente de un artículo publicado en El Tiempo, el 14 de septiembre, sobre el último informe del Foro Económico Mundial (FEM). Colombia aparece perdiendo terreno en talento humano (pasa del puesto 64 al 68 en el Índice de Capital Humano) y queda detrás no solamente de Argentina y Chile sino de Bolivia, Panamá, Costa Rica, Uruguay y Perú.
El índice de capital humano del FEM no solamente mide la formación de talento humano, su calidad y sus perspectivas futuras, sino que también estima la capacidad de absorción de estos recursos y su aplicación. En Colombia el problema es menos de capacidad u oferta de recursos humanos (puesto 49 en el índice) y mucho más de descoordinación entre la oferta y la demanda (puesto 85). Es muy alto el desempleo, muchas las diferencias de género en el trabajo y muy baja la participación en la fuerza laboral. Igualmente es muy baja la calificación del sistema educativo (puesto 90), la proporción de niños matriculados en primaria y secundaria, la diversidad de habilidades y competencias (puesto 92), y elevada la necesidad de entrenar a los nuevos trabajadores (puesto 94). No estamos tan mal en disponibilidad de trabajadores calificados, pero mal en oportunidades para este personal calificado.
Una de las fallas protuberantes en el mercado laboral colombiano es que estamos educando y entrenando gente para actividades que ya no ofrecen suficientes oportunidades de trabajo, y que el talento que existe no es suficientemente aprovechado. Más del 50 por ciento de los graduados de universidad estudiaron ciencias sociales o administración. Solamente el 4 por ciento de ellos estudió ciencias y los ingenieros industriales superan a los de otras ingenierías.
Las empresas tienen que invertir en el entrenamiento de los recién egresados mucho más que en los países en los que los nuevos trabajadores llegan con un conjunto más amplio de competencias. En Estados Unidos, por ejemplo, los jóvenes trabajan desde los 15 años en adelante y las adquieren en trabajos temporales. En Colombia este costo se acentúa porque las prácticas de reclutamiento de la mayoría de las empresas discriminan en contra de personas mayores de cuarenta o de cincuenta años. Rechazan gente que ya tiene diversidad de competencias para contratar jóvenes que no las tienen y que deben entrenar. El efecto negativo de estas prácticas laborales sobre la productividad no solamente es por el desperdicio del talento de las personas mayores, sino por el costo de reemplazarlos forzando prematuramente. Evidentemente no es deseable que se fuerce prematuramente la obsolescencia de un grupo ya calificado.
En parte el problema también se presenta por insuficiencia de oferta de trabajo. La producción no crece suficientemente rápido para absorber a los trabajadores mayores y a los jóvenes. Si se corrigen algunas de las fallas descritas se crean oportunidades para crecer más aceleradamente, lo que es necesario. Es clave atraer estudiantes a las ingenierías no administrativas, a las ciencias y ofrecer empleo parcial o temporal para universitarios y adolescentes.