Uno de los retos más grandes de la implementación del proceso de paz en Colombia estará en las espaldas de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Se trata de un escenario pactado dentro del acuerdo, para el cual se recibieron hasta hoy postulaciones de nombres en todo el país. El Comité de Escogencia tendrá que elegir a las once personas que conformarán la Comisión.

Hablar del esclarecimiento de la verdad es un tema absolutamente complejo, en especial cuando algunas de las estructuras que atizaron el fuego del conflicto siguen vigentes, siendo parte del sistema y del poder, sin que nada las cuestione. Los colombianos hemos recorrido un amargo tránsito de horror estigmatizando a las víctimas y tratando con honores a los victimarios, en especial a aquellos que nunca se untaron la mano de sangre, pero se enriquecieron mientras los hijos ajenos morían en campos de batalla.

Con todos los matices que tendrá que tener en cuenta la Comisión, habrá uno de especial valor: la verdad del conflicto armado de este país no se puede contar desde el centro. Hay que insistir en darle fuerza a las regiones, a aquellos lugares en los que los ilustrados ciudadanos urbanos jamás han puesto un pie. La guerra no se comprende sin transitar por donde hay que transitar. En el Caribe hay un nombre que ha sido postulado y creo con firmeza que es un nombre sobre el cual el Comité de Escogencia tendrá que poner mucha atención: Arturo Zea.

Pocas veces me la jugaría respaldando públicamente a alguien para una tarea tan compleja, y sin embargo, lo hago sin el más mínimo temor a equivocarme. Lo conocí hace unos 11 años cuando era defensor del Pueblo en la regional Bolívar. Era un defensor serio, como pocos, de esos que no se queda sentado en su escritorio firmado cartas. No, esto era otro talante. Arturo pasó a la Comisión Nacional de Reparación, a la Unidad de Víctimas y luego la Agencia Nacional de Tierras. Es un pionero en el proceso de reconciliación entre víctimas de la masacre de Las Brisas y paramilitares acogidos a Justicia y Paz. Este hombre no es un teórico del conflicto –aunque también lo es–, tampoco es un teórico de la paz –aunque también lo es–, lo que sabe lo sabe porque lo ha aprendido directamente en el terreno, escuchando a la gente, recorriendo los caminos que la gente recorre. De poco sirve, en estos casos, esos intelectuales que conocen la geografía nacional a través de los mapas. Lo he visto improvisar partidos de fútbol en los caseríos más apartados y tratar exactamente con la misma dignidad a los campesinos, a los detenidos en las cárceles, a los generales o a los ministros.

El esclarecimiento de la verdad no se le puede dejar a cualquiera. Arturo tiene los requisitos técnicos y morales para ser parte de la Comisión. Su nombre entre los postulados no significa la postulación de un hombre, significa la postulación de una región, la postulación de un proceso territorial de paz y la postulación de todas las organizaciones que lo respaldan.

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