Cuando el diablo te habla al oído seguramente que nada puede salir como tú quieres. Es como un aviso. Intuyes que algo tiembla, que el cuerpo no reacciona igual que cada día, y que sientes escalofríos. Cuando Julio Comesaña renuncia a dirigir el equipo en Huila es porque algo raro está pasando. Y la imaginación es libre, y, además, gratuita. Nadie te cobra por lo que piensas, sea bueno o sea malo.
La alarma se disparó en Junior y en Barranquilla. Sin embargo, la gran fiesta que organizó el alcalde Alejandro Char en el Carlton para presentar a ‘Baqui’, el nuevo símbolo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que celebrará en Barranquilla el próximo año, apenas sintió el efecto de lo que estaba pasando con el entrenador uruguayo, que para cuando empezaba el acto ya había vuelto de la revisión médica y declaraba que se encontraba en perfectas condiciones.
Pero en medio del lanzamiento de ‘Baqui’ llegó la mala noticia del atentado de Barcelona. Y aunque eso pilla muy lejos, a uno se le erizan los pelos, y más a los que han vivido en esa ciudad o han paseado por las famosas Ramblas barcelonesas.
Pero faltaba Junior para alegrar o para empeorar el día. En Huila había que ganar. Y el optimismo era mayor porque el Junior recuperaba a Teo, y la dupla que forma con Chará, hasta ahora, había resultado letal.
Nadie esperaba que Junior se electrocutara en Huila o que la leche Trébol que anuncia el equipo de Neiva sentara mal a los junioristas. Con todas las que ha hecho Electricaribe a los atlanticenses muy pocos podían pensar que el equipo que lleva Electrohuila en su pecho tuviera más luces y más electricidad.
Un solo gol a un Junior, que había recibido muy pocos tantos, sirvió a los de Huila para amenazar hasta el último suspiro con doblegar al equipo costeño en ambición y por el mejor control del partido. No hubo ‘ChaTeo’, pero tampoco el equipo respondió al juego que venía desarrollando en los últimos partidos.
Antes del encuentro uno podía pensar que el cateterismo al que fue sometido el entrenador Julio Comesaña afectara al equipo, temeroso de que su jefe tuviera algo malo. Pero si antes de jugar, el vestuario ya supo que el diagnóstico era bueno, lo que uno espera es que esos jugadores salgan al campo a dedicar una victoria a su entrenador convaleciente.
La verdad es que el Junior demostró que no es lo mismo con Julio Comesaña en el banquillo que sin él. Queda demostrado que el corazón de este equipo es Comesaña y no únicamente Chará y Teo. Que los dos, como el resto del equipo, necesitan de ese Comesaña que grita y ordena desde la banda. Y que les hace falta Comesaña para ganar un partido.