La falta de un dirigente deportivo de la talla del desaparecido Julio Gerlein Comelín no solo no está presente en muchos actos de aspiración para Barranquilla, sino también en los actos que generan numerosos proyectos deportivos como son los Juegos Centroamericanos y del Caribe o un evento de más talla como los Juegos Panamericanos, que no nos cansaremos de pregonar que estuvieron a un tris de conseguirse para Barranquilla, pero la ciudad no contó en aquella ocasión con el empuje característico de un Julio Gerlein, quien declinó la lucha por la sede en favor de la ciudad de Cali.
Esta es la época en que Julio Gerlein le hacía falta enorme a su tierra natal. Unas veces era preciso apurar las obras necesarias para ese evento, y otras para conseguir los auxilios oficiales que demandan siempre las obras para su realización.
Podemos recordar la vez que apelamos a Mike Schmulson, porque Julio envejecía a grandes pasos, y nos valimos de la asistencia diaria de Mike en la Zona Franca para que abordara con tacto y delicadeza una renuncia de Julio en favor de un dirigente mucho más joven que él. Por cierto, pensábamos en la figura amistosa y prestigiosa a la vez de Helmut Bellingrodt, el hombre que supo conquistar medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Múnich, recibiendo en su ciudad natal el más caluroso y denso recibimiento del pueblo barranquillero por su medalla de plata.
Julio le respondió a Mike, que él se sentía como un toro de lidia o de otra manera, como un roble enhiesto desafiante a los vientos, para servirle a Barranquilla y al país. Palabras que fueron cortadas de un tajo, por el ataque que una enfermedad de las que no se recupera nadie, y que se llevó a Julio cuando muchos todavía esperaban algo de él, que en esa procesión humana de afectos y esperanzas, no estaban incluidos.
Julio Gerlein tanto con su imponencia física, como su facilidad de charla, y afirmaciones irrefutables, murió en el exterior y quedó así cegada la vida de un gran propulsor.
Julio sostenía que se habían acabado ya los dirigentes deportivos de valía que tenía nuestra amada ciudad, sin embargo cuando Alberto Nariño Cheyne fundador y sostenedor de los Juegos Bolivarianos, necesitó de la ayuda de Barranquilla para continuar con los periodos de cuatro años entre un evento y otro, sacó de su retiro a Rafael Fernández Díaz para dirigir los Juegos Bolivarianos, penúltimos ‘Juegos Olimpiqueros’ que tuvo Barranquilla.
Empero, la ciudad muestra un grupo de jóvenes directivos, de los cuales podemos esperar en el futuro grandes proyectos para la ciudad de nuestros anhelos. Ya por lo menos observamos que los trabajos relacionados con escenarios para competir marchan con un aceleramiento razonable y esperanzador.