Estoy en Docordó (Chocó) viviendo una experiencia de misión. Ha sido emocionante y a la vez triste. Emocionante por los aprendizajes que estoy teniendo de una región desconocida de mi Colombia. Triste porque hay mucho dolor, sufrimiento, tristeza, violencia y abandono. Han sido días de escuchar y sentir voces y colores a los que estoy acostumbrado. Se constata la magia de la televisión que hace que ellos me conozcan y disfruten la Palabra de Dios que comparto. Hoy celebro con ellos la Vigilia Pascual y vuelvo a gritar que el dolor y la muerte no es la última palabra de nuestra existencia, que el bien siempre triunfa, que el amor tiene más fuerza que la violencia, que la vida se impone sobre la muerte. Será un mensaje de optimismo en medio de una situación en la que parece no hay espacio para la esperanza. Los volveré a hacer reír logrando que por un momento le hagan una gambeta a las tristezas de siempre. Dejaré que la Palabra de Dios los llene de esperanza para poder seguir batallando con el sin sentido de una vida pobre.

Los signos de la liturgia que nos harán celebrar la vida de Cristo Resucitado son el fuego, el agua, la palabra y el pan, todos ellos manifestación del triunfo del amor sobre la muerte. El fuego nos vuelve a calentar la vida para que sepamos que no podemos dejar que el frío de la muerte se quede en nosotros; nos ilumina para que no nos tropecemos con obstáculos que la oscuridad esconde; su calor nos transforma para que tengamos la forma que Dios quiere en nuestra vida. El agua nos sacia la sed que hay en el corazón y nos da fuerza para seguir caminando; nos limpia de todo aquello que no nos permite construir un proyecto de felicidad. La palabra nos comunica y nos hace entender que no podemos estar solos y que tenemos que ayudarnos. El pan es el alimento que nos da fuerza para vencer e imponernos ante las dificultades y adversidades que vienen sin que uno las busque.

Te aseguro que estar en estos espacios selváticos de nuestra patria nos hace comprender que tenemos que aprender a darle gracias al Señor por lo que tenemos y aprender a no quejarnos tanto de lo que no tenemos y podemos. Estoy convencido que a pesar de todos las situaciones difíciles que experimentas a diario tienes muchas razones para darle gracias al Señor y apreciar los dones que tienes. Así como celebrar hoy la Resurrección tiene que ser fuente de ánimo, fuerza, y poder para seguir adelante en la vida y no dejar que nada nos haga creer que estamos perdidos. Vivir la Resurrección de Jesús es una invitación a no dejarnos vencer por la tristeza, el dolor, el sufrimiento ni ninguna de las adversidades que tenemos y a vivir a la manera de Jesús siendo capaces de amar, servir, perdonar y construir proyectos de comunidad.

Estoy seguro que podrás salir adelante. Por eso hoy le pido al Dios de la vida que te llene de su alegría y de fuerza para seguir construyendo ese proyecto existencial. Vuelve a leer Romanos 8,28-37 para que sepas todo lo que se puede hacer cuando dejamos que El Señor Resucitado nos inspire y nos impulse a seguir viviendo. Celebra hoy la Pascua y llénate de todo lo que Cristo Resucitado trae para ti. Así tendrás la seguridad de que con Cristo siempre hay esperanza para seguir adelante.

**Columna tomada de la Revista Gente Caribe de EL HERALDO.