El uso de herramientas económicas de gestión del desarrollo urbano, complementa o a veces reemplaza el uso de herramientas puras de planificación. Así, por ejemplo, en algunos lugares del mundo se calculan y cobran tasas de impacto por usos del suelo, en lugar de prohibir dichos usos directamente.
Se debate sin embargo en qué medida estas herramientas económicas de planificación no son más que estrategias para la recolección de recursos por parte del gobierno, en lugar de alcanzar el objetivo propuesto de desincentivar comportamientos no deseados (contaminación), la mezcla de usos del suelo incompatibles (industria pesada y vivienda), y para nuestro caso: incrementar la seguridad vial.
La discusión gira en torno a que las infracciones deberían incentivar comportamientos considerados seguros en la conducción, por ejemplo disminuir las velocidades, y en ese orden de ideas, una ciudad con una exitosa política de infracciones es precisamente aquella en la que no se recolectan demasiados recursos financieros de dicha fuente (porque los conductores respetan los límites de seguridad).
Pero incluso si las velocidades de conducción disminuyen y se presenta una mejora en la seguridad vial, medida como una menor cantidad de fatalidades en accidentes de tránsito: ¿Es claro que fue la herramienta económica (las infracciones) la que aumentó la seguridad vial?
Para el caso de los EEUU, varios autores han detectado que las mejores normas para la fabricación de vehículos desde 1966 (airbags, reposa-cabezas, vidrios de seguridad, etc.), han contribuido significativamente a disminuir fatalidades en accidentes de tránsito. Y ello a pesar de que las velocidades promedio han aumentado.
Debido a las dudas sobre el efecto, el uso de infracciones parece de todas maneras sensato en un ambiente como el nuestro, tan escaso de información y en general, de investigación sobre la dinámica de los sistemas urbanos y de movilidad. Todo esto claro, en caso que las infracciones sean de verdad una herramienta de regulación, porque si su objetivo fuera la recolección de recursos lo que le convendría a la ciudad sería la conducción temeraria: bien rápidos y bien furiosos.
*Profesor del IEEC, Uninorte.
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