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En una casa del tradicional barrio El Prado de Barranquilla se empezó a forjar la vocación médica de un niño que creció siendo el menor que sus hermanos. Se trataba de un menor que solía acompañar, a veces en silencio, otras con mil preguntas, a su padre, el médico Enrique Celedón Manotas, hombre que se convertiría en su ejemplo.

Era una época en la que los doctores aún visitaban a sus pacientes a domicilio, y ese pequeño aprendiz no faltaba a ninguna de esas rondas por la ciudad.

Hoy, ese niño es el doctor Juan Carlos Celedón Llinás, investigador y neumólogo radicado en Pittsburgh, Pensilvania, donde lidera estudios sobre asma y EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) en comunidades hispanas.

Se graduó como médico de la Pontificia Universidad Javeriana, doctorado en Salud Pública por Harvard, especializado en Medicina Interna en Mount Sinai de Nueva York, subespecializado en la Universidad de Brown y con una residencia de investigación en el prestigioso Brigham and Women’s Hospital, en colaboración con la Escuela de Medicina de Harvard.

“Siendo el menor de cinco hermanos y con nueve años de diferencia del cuarto, fui casi un hijo único. Acompañaba a mi papá en sus visitas médicas, verlo cuidar a los pacientes, escuchar sus conversaciones, me marcó mucho en aquel entonces”.

En su casa había una gran biblioteca. Biografías de científicos como Louis Pasteur lo atraparon desde temprano, alimentando un interés que se volvería determinante. Estudió en el Liceo De Cervantes, desde elemental hasta el bachillerato. “Mis recuerdos de Barranquilla son todos lindos, no tengo malos recuerdos. Estar con mis tíos, con los primos, mi colegio, fue una niñez hermosa”.

Ya como médico, su carrera lo llevó de Bogotá a Nueva York y luego a Boston, pero fue en su doctorado en Harvard cuando enfrentó uno de sus mayores retos personales y académicos.

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“Tuve la fortuna de que, al terminar mi entrenamiento clínico, me aceptaran en un fellowship para investigación en enfermedades respiratorias. Como parte de eso, con fondos del gobierno, me financiaron el doctorado en Salud Pública en Harvard. Fue una época exigente, de mucho estudio y concentración, pero también muy gratificante”.

CortesíEl pasado 18 de mayo recibió el ‘Amberson Lecture’, que reconoce contribuciones investigativas de alto impacto en neumología, y decidió honrar al país y a la ciudad durante su discurso a través de imágenes.

Durante esos años en Boston, su interés por el asma tomó forma definitiva. No solo por razones científicas, sino también personales. “De niño, yo mismo tuve asma. Luego se me quitó, como a muchos niños, pero quedó esa huella. Y cuando estaba en la Javeriana, los jefes de medicina eran neumólogos brillantes, fueron grandes modelos para mí. Más tarde, ya en Boston, mi jefe estaba diseñando un estudio sobre asma en Costa Rica, un país con altísima prevalencia. Por ser bilingüe y bicultural, me involucré y así empezó todo”.

Ese “todo” se ha convertido en una línea de investigación de más de dos décadas. Primero en Costa Rica, luego en comunidades puertorriqueñas, tanto en la isla como en ciudades del continente estadounidense. Su objetivo era entender cómo interactúan los factores genéticos y ambientales para desarrollar enfermedades respiratorias, y cómo esto afecta especialmente a las poblaciones hispanas.

Honró a su tierra desde la cima

En el centro de convenciones de San Diego, durante la última reunión de la American Thoracic Society (ATS), el pasado 18 de mayo, Celedón recibió el Amberson Lecture, máximo honor científico otorgado por la ATS. Un reconocimiento reservado a quienes han cambiado el curso de la medicina respiratoria.

“Es una distinción muy grande porque solo se escoge a una persona por año. Quienes la han recibido antes han sido figuras extraordinariamente distinguidas en la neumología. Nunca pensé, cuando inicié mi carrera, que iba a recibir algo así”.

Ese honor académico también representó un momento bastante personal. “Mi padre, que también fue médico, siempre me decía que los premios eran oportunidades para demostrar gratitud. Y eso hice. Agradecerles a mi familia, a mis colegas, a las instituciones que me formaron, a Barranquilla y a Colombia. Mostrar de dónde vengo”.

En la presentación que acompañó su conferencia, proyectó una imagen que para él lo resume todo. Allí, junto a un mapa de Colombia y el logo de la Javeriana, incluyó símbolos ligados a sus orígenes: una fotografía del Carnaval de Barranquilla, una imagen de Gabriel García Márquez, las inconfundibles mariposas amarillas de Cien años de soledad, y una escena de la película Encanto. “Esa escena final, cuando la abuela se encuentra con la niña y aparecen las mariposas, es mágica. Para mí fue importante conectar con la audiencia joven a través de un símbolo que representa tanto de lo nuestro”.

CortesíEl pasado 18 de mayo recibió el ‘Amberson Lecture’, que reconoce contribuciones investigativas de alto impacto en neumología, y decidió honrar al país y a la ciudad durante su discurso a través de imágenes.

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La tranquilidad, sin embargo, no le impide seguir madrugando con bata blanca. Tras 35 años viviendo en Estados Unidos, Celedón se levanta cada día con la misma motivación de encontrar nuevas respuestas al asma.

“Es una enfermedad que sigue causando mucho sufrimiento. Niños que pierden clases, padres angustiados en emergencias, adultos que pierden su capacidad de trabajo. Eso me impulsa: la posibilidad de innovar, de no conformarnos. Aliviar a los que sufren esta enfermedad, de buscar nuevas formas de prevención y tratamiento”.