Vicente Fernández fue un cantante de todas las generaciones. Millones lo vieron crecer desde que en los años 50 tomó por primera vez una guitarra y empezó a ganarse la vida en concursos y restaurantes para así abrirse un campo en el disputado mundo de la música con la ranchera, un género que llevaría a los escenarios más remotos del mundo y que se afianzaría con su voz como uno de los sellos de la cultura mexicana y por ende como la llave para el emporio que ‘Chente’ construiría junto a su legado familiar. Su vida estuvo llena de luces y sombras.
Desde que grabó su primer álbum en 1966 su carrera no paró de ascender e incluso llegó a la gran pantalla con filmes como La ley del monte, en 1974. Así mismo, fueron muchos los íconos que decidieron cantar y actuar a su lado, como Roberto Carlos, con quien grabó Por tu maldito amor en 1989; Joan Sebastian, con quien entonó Estos celos; Juan Gabriel, Celia Cruz y Tonny Bennet, entre otros gigantes.
No en vano el hospital en Guadalajara donde se encontraba luchando por su vida terminó lleno de seguidores que hasta último momento esperaron una buena noticia de su ídolo, al que conocían como el ‘cuarto gallo de México’, pues era parte del selecto grupo compuesto –nada más y nada menos– por Jorge Negrete, Pedro Infante y Javier Solís
Para los conocedores del género, con su partida se marcha el último rey de los mariachis, pues aunque él sucedió también a José Alfredo Jiménez y Antonio Aguilar, entre otras grandes figuras, no existe alguien con el tamaño de su figura y de su virtuosidad vocal e interpretativa.
Su talento y alcance fue tal que no solo el paseo de la fama tiene su nombre, sino que marcó un hito cuando en noviembre de 1991 el reconocido diario The Houston Chronicle aseguró que “el mexicano Vicente Fernández es el (Frank) Sinatra de la música ranchera. Es el cantante supremo; el hombre que hizo las cosas a su manera”. Comparación digna de un hombre que no solo apareció en más de 25 películas, llevaba más de cuatro décadas de carrera y había recibido premios Grammy, Lo Nuestro y Billboard. Pero su mayor proeza estuvo en que su música no solo se escuchó en muchas partes del globo, sino en que creció con generaciones, se adaptó a los cambios de la industria y sigue vigente más allá de este 12 de diciembre, día de su fallecimiento. Habrá muchos años más de ‘Chente’.
Barranquilla también hizo parte de la historia del eterno ‘Charro de Huentitán’, pues su voz se unió con la alegría del Carnaval de 2009 y, en medio de polémicas y resistencias por la presentación de un artista ranchero en la fiesta del Dios Momo, logró reunir a cerca de 25 mil personas que corearon su música en el Romelio Martínez. Su llegada abrió las puertas de la ciudad para que otros grandes artistas y de otros géneros se presentaran en la capital del Atlántico en la temporada carnavalera.