Ucrania no solo ha debido resistir en medio de la guerra contra Rusia –como si de la historia de David y Goliat se tratara– en muchas ocasiones teniendo que “rogar” apoyo a la comunidad internacional y, en otras, incluso quedándose solo cuando de enfrentar la posición excluyente de Estados Unidos se trata, pues nadie le dice ¡No! a Donald Trump.

Esta semana, por ejemplo, una atípica conversación telefónica entre Vladimir Putin y el presidente del país norteamericano, fue la punta del iceberg de lo que parece ser un plan para acabar con la guerra en Ucrania...sin Ucrania.

Según las partes, rusa y estadounidense, todo está arreglado, hasta los temas más delicados de este conflicto que empezó su segunda y recrudecida fase en febrero de 2022. Pero ¿cómo pueden dos gigantes hacer a un lado los intereses y los derechos, ante todo, de los ucranianos en medio de la guerra?...o más bien, ¿por qué?

Así mismo, por el solo hecho de encontrarse en su geografía, también los países europeos, que a su vez han sido parte del conflicto en Ucrania, han sido excluidos sin mayores consecuencias, de lo relacionado con estas “conversaciones de paz”, lo que ha tensado aún más las cuerdas de esta guerra, que ya completa tres años sin una solución tangible y “justa”.

“Trump ha hecho caso omiso de la existencia de Europa, nos ha marginado”, admitido derrotado Josep Borrell, ex alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común.

No en vano las palabras del presidente Volodimir Zelenski, tras enterarse de estos hechos, fueron tajantes y contundentes: “No aceptaremos una negociación de paz de la que Ucrania no haga parte”.

Los esfuerzos del aguerrido mandatario pasan no solo por tener que lidiar con las palmaditas en la espalda que Marco Rubio le dio esta semana, y que parecían pretender calmar los ánimos del presidente ucraniano en medio de los desaires, pero han sido varias las fuentes que aseguraron después que lejos estaba Estados Unidos de una posición en la que primen los intereses de los ucranianos, quienes deberían tener la posibilidad de elegir sobre su futuro.

En declaraciones a la prensa desde Palm Beach (Florida) este domingo, Trump dijo en una rueda de prensa que espera que Zelenski participe en las conversaciones. También afirmó que permitiría a los países europeos comprar armas estadounidenses para Ucrania.

Sin embargo, cuando se le preguntó preguntado por la fecha en que las negociaciones de paz podrían dar sus frutos y poner fin a los combates, se limitó a decir que están trabajando para conseguirlo y culpó de la guerra a las políticas de la administración Biden sobre Ucrania.

Sus palabras llegan en un momento en el que delegaciones de Rusia y EE. UU. se preparan para mantener conversaciones sobre el fin del conflicto en Arabia Saudí, donde podría también celebrarse una eventual cumbre entre Trump y Putin.

Según un asesor cercano a Zelenski citado por NBC, hasta la noche del sábado Ucrania no había sido invitada a las conversaciones entre EE. UU. y Rusia y reiteró que Kiev considera imprescindible que exista una “postura conjunta” entre su país, Washington y Europa antes de cualquier negociación con Putin.

Y, aunque los gobiernos no han hablado de una fecha exacta, la delegación ucraniana –diligentemente– ya llegó al reino, según anunció la ministra de Economía de Ucrania, Yulia Svyrydenko.

En ese contexto, también Europa se prepara: líderes de la UE, el Reino Unido, la Comisión Europea y la OTAN celebrarán este lunes una reunión para definir su estrategia. Esto luego de que en Múnich, durante la Conferencia de Seguridad, la conclusión fue la existencia de una inquietud general frente a que Ucrania debe ser parte de cualquier tipo de negociación.

Con respecto a posibles concesiones a Rusia –como las que planteó en días pasados el secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, al calificar de “ilusoria” la idea de volver a las fronteras de 2014– algunos mandatarios europeos han evocado una comparación con la política de apaciguamiento de Neville Chamberlain frente a los nazis, que quedó plasmada en los resultados de la Conferencia de Múnich de 1938.

Sobre lo anterior, resta reflexionar sobre si se quiere repetir los errores del pasado con Ucrania, que ya ha perdido más de 80 mil combatientes, sin contar a los civiles y, lo último que podría sucederle sería perder también su autonomía, su territorio y su derecho a negociar –en sus propios términos– el fin de la guerra.