Si el ‘Gobierno del Cambio’ hubiera tenido la voluntad de cerrar el boquete de Cara ‘e gato, en San Jacinto del Cauca, Bolívar, las tan esperadas obras se estarían inaugurando esta semana. Era lo que estipulaba el contrato por $130 mil millones que la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres firmó en su momento con el Consorcio RCG para ejecutar durante 12 meses trabajos de emergencia para la recuperación de la margen izquierda del dique del río Cauca. Pero, como es de público conocimiento, el proyecto quedó suspendido, luego de que Carlos Carrillo, su actual director, lo frenara, no sin antes advertir sobre múltiples irregularidades.
Del cuestionado contrato se desembolsó el 25 % de recursos, en tanto la intervención alcanzó un avance del 75 %. En la Mojana no pasa un solo día sin que sus habitantes lamenten que Carrillo no hubiera accedido a sacar adelante las obras, negándose a girar más plata, lo que al final asfixió al consorcio que no dio para más. Asumen que la impronta del corrupto Olmedo López, valedor de este proyecto, terminó por estigmatizarlo, a tal punto que lo hizo totalmente inviable.
Para colmo de males, en mayo una fuerte corriente del impetuoso río Cauca se llevó un tramo del dique carreteable ya reconstruido, lo que habría reforzado la animadversión de Carrillo con la obra. De modo que en la actualidad, Cara ‘e gato sigue abierto e inundando a todos sus vecinos.
En efecto, el boquete que era de 40 metros de ancho por 17 de profundidad, a corte del 4 de julio, ahora tiene 62 metros y su profundidad depende de las crecientes del Cauca que, pese a la arremetida del invierno en buena parte del país, han sido benévolas con los mojaneros. Estos aseguran, con manifiesta nostalgia, que las actuales condiciones climáticas les habrían permitido volver a cerrar el boquete y ponerle fin a su tragedia que se inició en la tarde del 27 de agosto de 2021, cuando las aguas comenzaron a ingresar sin control por un roto de más de un kilómetro.
Aunque el peor de los daños, también es lo que expresan con inenarrable dolor, lo viven a diario porque la corriente, a la que se han acostumbrado a fuerza de lo irremediable, derribó o debilitó sus casas, colegios, hospitales y acueductos e hizo desaparecer el 95 % de la flora y la fauna del territorio, diezmando a más no poder sus actividades agrícolas y ganaderas que se daban a gran escala en la otrora próspera región, donde se alistan para afrontar su cuarta Navidad inundados.
Pese a estar habituados a su caos cotidiano, los mojaneros son conscientes de que la amenaza no desaparecerá, mientras el agua siga ingresando. En cualquier momento una corriente puede arrasar con las cabeceras del boquete que lleva más de 4 meses abierto y sin esperanzas de cierre por parte del Gobierno nacional, en el que confiaron encontrar soluciones viables a su calamidad.
Líderes de las comunidades y de las juntas de acción comunal, que intentan mediante sus propios medios volver a cerrar Cara ‘e gato, deploran que se hubieran convertido en la “tierra del olvido de un Ejecutivo” que los ha puesto a batallar con tres directores de la Ungrd, Javier Pava, Olmedo López y Carlos Carrillo, que superados por sus propios acontecimientos dejaron inconclusas obras que ahora en un nuevo esfuerzo colectivo intentan remediar.
Con persistencia buscan estrellas de concreto, para proceder con la clausura de los 62 metros del boquete que esperan no se amplíe, por eso miran al cielo cada minuto para que la temporada de lluvias pase pronto y no los toque a ellos. “Ya estuvo bueno con los 3 años y 3 meses que llevamos ahogados en todos los sentidos”, aseguran los habitantes de la bonita Mojana que, como les hemos contado en EL HERALDO durante ese largo tiempo, aún continúa bajo las aguas. Confían en que lo que han vivido finalmente quede atrás porque, pese a sus tantos meses de soledad y abandono, los mojaneros están convencidos de que sí tendrán una segunda oportunidad sobre su tierra, una tierra que sueñan esté seca, firme, como la recuerdan.