Sin la diligente gestión de los térmicos que negociaron y contrataron los volúmenes de gas necesarios para seguir generando energía durante los cinco días del mantenimiento de la planta SPEC, que usualmente los abastece de gas importado, otro sería el desenlace de esta historia. No es exagerado decir que Tebsa y Termoflores, como había ocurrido en el fenómeno de El Niño, han vuelto a demostrar su capacidad para atender la demanda en el Caribe evitando un apagón.
No deja de ser paradójico que en el Gobierno más crítico que se recuerde, al igual que desafecto de la función que desempeña la generación térmica en el país, esta se le hubiera convertido en una suerte de salvavidas del sistema interconectado nacional. Contar con la confiabilidad de la energía que aporta diariamente es prenda de garantía de suministro efectivo en el actual escenario de riesgo y creciente incertidumbre, por efecto de la doble crisis de escasez de gas y energía que encaramos desde hace dos años, agudizada por fenómenos de variabilidad climática.
Y aunque los negacionistas que sobreabundan en el Ejecutivo, empezando por el ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, insistan en lo contrario, a diario nos descubrimos caminando sobre el filo de la navaja, en particular en la región Caribe, donde a estas alturas no podemos menos que respirar aliviados porque nos salvamos, sí nos salvamos, de tener que soportar un racionamiento programado de gas natural y, eventualmente, de energía eléctrica, en este puente festivo, por el mantenimiento previsto hace un año de la terminal regasificadora de Cartagena.
Ahora que en el Gobierno sacan pecho, no está de más formular algunas preguntas incómodas, con la infundada esperanza de recibir las respuestas verdaderas y no las políticamente correctas. Si el mantenimiento de SPEC se realiza cada año, al menos así ha sido desde que entró a operar en 2016, ¿por qué es la primera vez que el Ministerio de Minas debe expedir una resolución para declarar un racionamiento de gas, particularmente a las industrias, con el fin de garantizar la atención de la energía eléctrica a los demás usuarios?¿Es o no un indicativo de que nos falta gas?
Tiene razón el ministro Camacho cuando dice que ya no habrá racionamiento de gas en el país. Pero en ningún caso puede desconocer, porque sería una temeridad hacerlo, que estuvimos a ‘punto de cocá’, que in extremis los térmicos conjuraron el riesgo que había sido ampliamente detallado en la resolución expedida por su propio despacho, que la hizo oficial el 29 de octubre.
Horas después, una circular, también del ministerio, firmada por Johana Rocha, encargada de la cartera, reversaba la restricción, en virtud de los acuerdos negociados por las centrales térmicas, entre otras, con Celsia, lo cual fue posible gracias a disposiciones de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), que a ratos se acuerda de lo que debe hacer. Sin embargo, cómo sería la confusión que generaron las contradictorias orientaciones del ministerio que Camacho tuvo que salir a poner la cara, eso sí, fiel a su mejor estilo de negacionismo energético. Es lo que hay.
Al final, no se racionará gas, pero no es porque tengamos de sobra. También debe quedar claro que este mantenimiento de rutina no garantizará su abastecimiento en el crítico año 2025, cuando el déficit será de 12 % de la demanda con proyección de aumentar hasta el 30 % a finales de ese año y en el 2026. Así que si no se importa gas para cubrir la demanda de los usuarios, se avanza en nuevos proyectos de exploración y se acelera la producción de gas local –por fin se destrabó Sirius, antes Uchuva– para agregar nuevas moléculas al sistema, acciones todas en manos del Gobierno nacional, el riesgo de interrupciones en el suministro se irá incrementando.
Conviene no tentar más a la suerte. Hasta ahora ha estado de nuestro lado, tanto que pudimos salir ilesos de ‘El Niño’ y de la contingencia por el mantenimiento de SPEC. Pero, ¿nos alcanzará el oxígeno para mantenernos respirando la próxima vez o para superar la crisis energética? Difícil, si no se toman las decisiones correctas. En el fondo del problema aparece el sectarismo, serio obstáculo a la hora de rectificar. Mal asunto, porque el tiempo juega cada día en nuestra contra.