Durante al menos tres décadas la batimetría del canal de acceso a la zona portuaria de Barranquilla era un carrusel permanente que indicaba la pasmosa y cambiante dinámica del río Magdalena, extremadamente compleja de controlar por la falta de atención y de recursos para garantizar de manera permanente el dragado, lo cual obligaba una y otra vez a declarar urgencias manifiestas para poder obtener la plata para contratar dragados de manera expedita y así recuperar la navegabilidad para el ingreso de buques a la zona portuaria de la capital del Atlántico.

Con más frecuencia de la deseada, se registraban encallamientos de embarcaciones, entre los más recordados y que más perjudicaron la economía de la ciudad está el Cala Panamá, que se varó justo en Bocas de Ceniza el 21 de diciembre del año 2003 y que mantuvo cerrado el puerto durante casi un mes, exactamente 29 días. Para la época y en los tiempos críticos los calados rondaban los 6 metros. Esa era la película que Barranquilla se acostumbró a repetir hasta el cansancio, y a las tolvas de las dragas contratadas de emergencia fueron a parar miles de millones de pesos y el problema nunca acababa, manteniendo siempre en jaque la competitividad del Distrito Especial, Industrial y Portuario

Al Cesar lo que es del Cesar. Cormagdalena, en un trabajo coordinado y articulado con los gremios y las autoridades locales –Alcaldía y Gobernación– finalmente le encontró, como se diría popularmente, la comba al palo y los resultados comenzaron a cambiar. 2023 y lo que va de 2024 han sido de registros históricos y récords de movimientos de carga para la zona portuaria.

El dragado se ha venido contratando con el rigor y los procedimientos necesarios y de manera preventiva, lo que ha permitido mantener estable la navegabilidad en el canal de acceso con una profundidad por encima de los 10 metros, lo que permite el ingreso de buques de gran calado y en consecuencia un mayor volumen de carga y el incremento de las exportaciones.

El último reporte de Asoportuaria da cuenta de que en lo que va de 2024, hasta el mes de julio, los puertos de la ciudad movilizaron 8.024.317 toneladas de carga, lo que representa un incremento año corrido del 15 % y un aumento del 25 por ciento en las exportaciones de la ciudad. De hecho, según el gremio, aún sin conocerse los datos de agosto, julio de 2024 fue el segundo mes de mayor movimiento de carga en la historia.

La clave para esta nueva vida de la zona portuaria y de su canal de acceso ha estado en el compromiso para planificar los pasos que se han venido dando. En febrero se firmó un primer contrato por seis meses que hizo que se mantuviera en las aguas del Magdalena la draga trabajando, y justo el pasado jueves se anunció el contrato por 15 meses que garantizará el dragado hasta finales de 2025, con una inversión de 150 mil millones de pesos.

Se trata de una excelente noticia para el sector portuario, pero en general para una ciudad que hace rato merecía contar con el calado del que hoy goza en su acceso para el ingreso de carga y que impacta enormemente las actividades económicas de la capital atlanticense.

El 8 de marzo de este año el canal navegable de Barranquilla completó un año con un calado de 10 metros. Tener la certeza de un contrato de dragado de un año a otro, que cubra dos vigencias, es de suma trascendencia para los intereses de esta ciudad que, bajo ninguna circunstancia, puede echar atrás y, por el contrario, debe seguir batiendo récords de movilización de carga y ratificar su condición de ser la Puerta de Oro de Colombia.

Con el nuevo contrato suscrito, el plan de Cormagdalena para este 2024 es completar la remoción de 3.300.000 metros cúbicos de sedimentos. Ojalá que de aquí en adelante cambie para siempre la historia de la zona portuaria y el sambenito que cargaba entre las navieras internacionales haya desaparecido por completo, porque ahora sí hay calado para recibir cada vez buques con mayor envergadura y que muevan la economía de la ciudad. Por fin Barranquilla tiene el canal de acceso que merece. ¡Sí era posible!