El Ecoparque Ciénaga de Mallorquín estrena nuevos atractivos que prometen potenciar la experiencia de turismo sostenible e inclusivo de sus visitantes. Espacios como el loop de avistamiento de aves, un imponente sendero en forma de caracol de 11 metros de altura que hace aún más grata la observación de 155 especies registradas hasta ahora en el santuario natural, graderías para actividades culturales, y una zona para la práctica de deportes náuticos sin motor o para dar paseos en bicicletas de agua, completan las obras de la Unidad Funcional 1.

Esta comenzó a entregarse en septiembre de 2023, cuando se pusieron en funcionamiento los primeros cinco kilómetros de senderos peatonales diseñados y construidos en estructuras palafíticas en madera para caminar sobre la ciénaga y disfrutar de los mangles en un ejercicio de contemplación único, casi sublime, que ha dado renovado valor a lo que siempre ha estado allí.

Indudablemente este megaproyecto situado en el corazón de la ciénaga de Mallorquín, entre los populosos sectores de Las Flores, tradicional barrio de pescadores de Barranquilla, y del corregimiento La Playa, es mucho más que un centro de ocio o disfrute en medio de la naturaleza.

Dependiendo de la aproximación a sus distintas dimensiones se puede asumir, por un lado, como una obra de ingeniería ambiental sin precedentes en la región Caribe, orientada a recuperar ecosistemas degradados o contaminados por la mano del hombre que, en particular, apuesta por sanear la ciénaga y evitar el crecimiento descontrolado de asentamientos humanos sobre sus riberas, en el mediano plazo. Y, por otro, el ecoparque tiene que ser un referente de turismo sostenible doméstico e internacional, fuente de desarrollo socioeconómico para los habitantes de la zona, los primeros que deben ser convocados a integrar las cadenas de valor de este sector.

Son trascendentales los pasos que ha dado Barranquilla durante los últimos años para materializar la transformación urbana de sus espacios más deteriorados. A través de la visión estratégica y significativa inversión de las administraciones distritales estos adquirieron una nueva vida generando crecimiento económico para el territorio, mejorando los índices de empleabilidad y promoviendo sostenibilidad ambiental. El más claro ejemplo es el Gran Malecón, que conectó la ciudad con el río Magdalena, en la actualidad el espacio público más visitado de Colombia, que cada cierto tiempo inaugura un nuevo sector: el más reciente el Nativo, con numerosas zonas verdes y gastronómicas, donde se encuentra la majestuosa estatua de Shakira.

Este círculo virtuoso de proyectos de infraestructura azul y verde, con demostrada capacidad de jalonar turismo sostenible a partir de un óptimo uso de recursos ambientales, y en nuestro departamento los tenemos de sobra, se fortalecerá con una próxima etapa en el Malecón, la puesta en marcha del tren turístico de las Flores, la apertura de la renovación de playas en Puerto Mocho, al igual que las del Mirador y Pescador en Puerto Colombia, donde están casi a punto el Mercado Sazón y el Centro Gastronómico Internacional 1888. Estos últimos en el nuevo corredor turístico del municipio costero, donde sus comunidades son cada vez más conscientes de su responsabilidad para preservar la biodiversidad de su entorno, la autenticidad de su cultura y el respeto por sus valores tradicionales, porque tienen claro que sin ecosistema no hay turismo ni podrán obtener un equilibrio en la distribución de los beneficios socioeconómicos que esperan.

Barranquilla, el quinto destino nacional, con más de 1,6 millones de visitantes en 2023 y cerca de 600 mil en los primeros cuatro meses del año, tiene que transitar hacia un modelo de turismo más sostenible. No solo por los retos que impone el cambio climático, sino porque la pandemia marcó los nuevos derroteros a una industria que debe saber adaptarse a una demanda que busca una conexión entre salud ambiental, bienestar mental y opciones distintas al modelo sol y playa.

Somos un “Destino en Desarrollo”, según mediciones internacionales, pues avancemos en ese proceso por la senda correcta, con más calidad, actores bien formados, innovación, opciones de transporte local, un aeropuerto en condiciones, más y mejores productos y experiencias turísticas, seguridad y, algo clave, que destaca la Cámara de Comercio de Barranquilla, que articula a las 15 mil empresas dedicadas al sector en el Atlántico: sentido de pertenencia e identidad. Valor añadido, turismo diversificado e inteligente, que incorpore a los actores locales, ese es el futuro. Como dice el alcalde Alejandro Char, demostremos que el ecoparque es un espacio para cuidar, proteger y querer la vida, que dependerá del cuidado que le demos, como el turismo.