El gran Omar Geles se ha ido. Este hombre bueno, porque sin duda lo era, tenía una característica particular e incontestable que acentuaba aún más su nobleza. Siempre sonreía y lo hacía con tanta afabilidad que era prácticamente imposible no sentirle aprecio nada más con verlo llegar.

Aunque, a decir verdad, al margen de su semblante sereno, talante cordial o trato benévolo hacia los demás, reconocidos a lo largo de su prolífica vida, el hijo de la señora Hilda Suárez, a la que inmortalizó en el adorable tema ‘Los caminos de la vida’, era portador de un talento descomunal, reservado misteriosamente para unos cuantos privilegiados, un puñado de seres tocados por una gracia divina. Geles poseía esa genialidad, magistral combinación de intelecto popular con altas dosis de versátiles sentimientos, que lo inspiró a componer bellas canciones del folclor vallenato.

Su repentina partida, de tanto dolor que ha causado, amenaza con dejar en carne viva el corazón de su familia, amigos entrañables y miles de seguidores que se han volcado a despedirlo, dando rienda suelta a un desconsuelo colectivo que ni siquiera encuentra calma en el arrullo melancólico de los acordeones. Llora el Valle, el resto del Caribe y Colombia entera a un ángel, como bien lo describió el Rey de Reyes, el maestro Gonzalo ‘el Cocha’ Molina, devastado como otras figuras del vallenato que con genuino respeto le tributan honores a su vida plena, a su incalculable legado, que sería casi pecado mortal reducir a las más de mil canciones de su autoría.

De hecho, su forma de actuar sustentada en la bondad o en la generosidad, valores escasos en nuestra era del egocentrismo absoluto, ofrece lecciones de dignidad que valen la pena atesorar.

Geles fue capaz de entender la diferencia entre ser un fugaz destello en la música o convertirse en una luz poderosa para que los demás se reflejaran en ella. Su fuerza interior, forjada durante sus primeros años en la precariedad de su humilde hogar del barrio Doce de Octubre de Valledupar, le impulsó a trabajar con devoción infinita hasta ver cumplidos sus sueños. No solo a título personal, también actuando como una especie de rey Midas que contribuyó a hacer realidad las aspiraciones de las nuevas generaciones de artistas vallenatos que tocaron su puerta.

A ninguno dejó pasar con las manos vacías. Geles fue el acordeonero de Los Diablitos, agrupación que fundó con otro grande del vallenato Miguel Morales, en 1985. Compuso grandes éxitos que han hecho historia, como ‘Tarde lo conocí’, la canción más icónica del vallenato femenino interpretada por la inolvidable Patricia Teherán. Escribió himnos para los enamorados, como ‘El amor más grande del planeta’, cantada por Pipe Peláez o ‘Cuatro rosas’, entonada por Jorge Celedón. Se peleó, distanció y reconcilió con Diomedes Díaz, a quien le dio unas nueve canciones.

También entregó temas ganadores a Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Iván Villazón, Peter Manjarres, Penchy Castro, Kvrass, Martín Elías, Adriana Lucía, Ana del Castillo y, por supuesto, a Silvestre Dangond. En efecto, en su concierto de hace unos días en Bogotá, que sería la última aparición en un escenario de Omar Geles, se produjo una emotiva declaración de gratitud del guajiro para quien fuera pieza fundamental de su imparable ascenso al Olimpo del vallenato. Más oportuno, imposible. Incluso, ‘A blanco y negro’, que Geles le escribió a Dangond, es la canción con la que el compositor quería ser recordado por sus seguidores si algo le pasaba. Que se escuche, que suene entonces con fuerza para ser fieles a lo más parecido a una auténtica promesa que resguarde la estrecha relación del ídolo con su gente, ahora que este se ha empezado a revestir de eternidad.

Digan lo que digan es difícil aceptar la muerte, sobre todo cuando es tan súbita, pese a que sea lo único seguro que tenemos. En este caso, los herederos del legado del maestro Geles, los veteranos o noveles, da igual, están llamados a seguir el horizonte luminoso que él les marcó. Es la mejor manera de honrar su memoria sin tiempo para el olvido, esforzándose para que su voz –retratada en las letras de sus canciones- perdure en el alma de quienes tanto lo admiramos. Que Geles viva en nosotros. Un abrazo entrañable para su esposa, hijos, madre y resto de seres amados.